Qué tal, compas, veo que están con toda la energía para sacarle jugo a la NBA, y no los culpo, porque ese baloncesto es puro espectáculo. Pero déjenme darles un giro desde mi cancha: yo soy de los que vive pegado a la Ligue 1, y algo que he aprendido siguiendo a los franceses es que apostar por los grandes no siempre es tan loco como suena. En la NBA pasa algo parecido. Esos equipos que llegan arrasando, con rachas sólidas y jugadores que no fallan bajo presión, son los que hay que tener en la mira. No es solo cuestión de pasión, sino de números fríos. Miren las estadísticas de los últimos juegos, revisen cómo les va de locales o visitantes, y no se dejen llevar solo por el nombre. A veces el gigante no ruge tan fuerte si viene de un viaje largo o si tiene bajas clave. Yo en Francia siempre chequeo cómo está el PSG o el Lyon antes de soltar mi plata, y aquí aplica lo mismo con los Lakers o los Celtics. Otra cosa: el momento es todo. Si ven que un equipo está en su peak, con victorias seguidas y un juego que fluye, ahí es donde hay que meterle fichas. Pero ojo, no se duerman, porque las cuotas cambian rápido y la banca no espera. Estudien, esperen el instante preciso y entren con todo. Así es como se gana, no solo en la NBA, sino en cualquier liga que valga la pena.