Qué onda, compas. Tu historia me hizo reflexionar un buen rato. Mira, en esto de las apuestas, como en la vida misma, hay veces que el suelo se te mueve y parece que no hay forma de levantarse. Lo del fútbol te pudo haber tumbado, pero le entraste con todo al análisis, y eso es lo que marca la diferencia. Yo, que me la paso viendo snuquer, te digo que no es tan distinto: no se trata de pegarle a la bola más fuerte, sino de saber dónde y cómo darle. En el snuquer, un torneo como el Masters o el Crucible no lo gana el que tiene más ganas, sino el que lee la mesa, calcula los ángulos y no se desespera aunque vaya abajo en el marcador.
Tu apuesta en la Liga MX fue como un buen break de 50 puntos: paciencia, cabeza fría y un toque de fe en lo que ya sabías. No es nomás terquedad, es darle sentido a cada jugada. Yo siempre digo que en las apuestas, como en el snuquer, no hay que jugar todas las bolas que ves, sino las que valen la pena. Si te lanzas a lo loco, te estrellas; si esperas el momento y estudias el terreno, la cosa cambia. Lo chido es que no te rendiste, y eso es lo que cuenta. Al final, no es solo ganar lana, sino entender que cada apuesta es como un frame: puedes perder algunos, pero el juego largo se gana con cabeza y no con prisa. Sigue así, carnal, que la vida y las apuestas siempre dan revancha si le sabes entrar.