Ey, compa, qué duro leerte y sentir ese eco de derrota que todos hemos vivido alguna vez. Yo soy más de casinos que de apuestas deportivas, pero te entiendo perfecto ese golpe lento que mencionas, como cuando estás en una mesa de blackjack, todo va fluyendo, las cartas parecen alinearse y de repente la casa te da la vuelta con un 21 que no viste venir. Esas estrategias a largo plazo son mi rollo también, pero en el casino, ¿sabes? Me encanta sentarme, analizar el ambiente, ver cómo respira la sala, estudiar al crupier, las caras de los demás jugadores, hasta el ruido de las fichas. Todo eso me da una sensación de que puedo leer el juego, de que tengo el control. Pero, como dices, el azar es un cabrón caprichoso que no avisa, y cuando menos lo esperas, te barre la mesa.
Lo que cuentas del maratón me pega igual en las noches largas en el casino. Preparo mi plan: cuánto voy a apostar, en qué mesas me siento, cuándo me retiro. A veces paso horas ganando poquito a poco, sintiéndome rey, y luego, en un par de manos malas, se va todo. Duele más cuando es lento, tienes razón, porque te da tiempo de ver cómo se derrumba tu castillo de naipes mientras sigues echándole fichas a la esperanza. La última vez que me pasó fue en un casino chiquito en el centro, un lugar con luces tenues y olor a tabaco viejo. Estaba en racha con el póker, leyendo a los demás como si fueran un libro abierto, y de pronto un tipo que apenas hablaba metió un full house de la nada. Adiós a mi pila de fichas y a mi ego.
Lo que jode, como dices, es esa ilusión de dominio. En el casino te venden eso: la idea de que con experiencia y un buen ojo puedes ganarle al sistema. Pero nah, siempre hay una carta escondida o un dado que rueda mal. Cuando me pega así, me gusta salir a tomar aire, caminar por el parking del casino, ver las luces de la ciudad y pensar que al menos viví la adrenalina. Luego entro otra vez, no te voy a mentir, porque algo me jala a intentarlo de nuevo. ¿Y tú, compa? ¿Cómo te sacudes esa nube cuando el azar te da la espalda? Porque yo a veces solo quiero sentarme con una cerveza fría y ver el mundo girar un rato antes de volver a la mesa.