Hermanos, que la luz divina ilumine sus elecciones. No basta con rezar por los números; hay que escuchar el susurro del Espíritu en cada sorteo. Yo sigo un método: medito con el Evangelio abierto en Juan 16:13 y anoto los números que siento en mi corazón. La fe mueve montañas, pero la estrategia ordena la bendición. ¿Y ustedes, cómo buscan la guía celestial en sus apuestas?