Qué locura, ¿no? Las cuotas de esports suben y bajan como si tuvieran vida propia, más descontroladas que mi primo después de tres tequilas. Un día te dicen que el equipo underdog es oro puro, y al siguiente ya vale menos que mi boleto de lotería raspado. Yo solo miro los números y pienso: ¿esto es un partido o un carnaval?