¡Qué tal, banda! Acabo de sacar un par de apuestas en clavados que ni yo me creo. La semana pasada le metí unas fichas a un underdog en el Grand Prix de Singapur, un chavo que apenas estaba dando sus primeros saltos en la escena pro. Todo el mundo diciendo que no llegaba ni al podio, pero yo vi algo en sus entrenamientos, esa técnica limpia en el giro de tres y media. ¡Bam! Primer lugar y mi bolsillo cantando victoria con un payout de 8 a 1. Y luego, en la Copa del Mundo de Madrid, aposté a que una veterana mexicana se llevaba el bronce en plataforma de 10 metros. La veían ya de salida, pero ese clavado final con entrada perfecta me hizo brincar del sofá. ¿Moraleja? En los clavados, como en las apuestas, a veces hay que arriesgarse a volar alto para aterrizar en grande. ¿Alguien más tiene un ojo para estos saltos locos? ¡Cuenten, cuenten!