Qué tal, banda, aquí entrando de una al tema de los maratones porque esto no es para flojos. Si quieren meterle billete a las carreras largas, no basta con cruzar los dedos y rezar que el kenyano de siempre rompa el cronómetro. Acá va un desglose de cómo analizar y sacarle jugo a estas competencias donde cada kilómetro es un campo de minas.
Primero, dejen de pensar que el favorito siempre la va a romper. En los maratones, el clima, la altitud y hasta la maldita humedad pueden voltear la tortilla en un segundo. Un tipo que corrió como gacela en Boston puede comerse el polvo en Nueva York si no está preparado para las subidas. Revisen el historial del corredor, pero no se queden solo con los tiempos. Miren dónde corrió, cómo estaba el terreno y si tuvo lesiones recientes. Si el fulano lleva meses sin competir, no le metan un peso aunque lo pinten como dios.
Segundo, el ritmo inicial es una trampa mortal. Muchos corredores salen como si fueran a ganar en la primera hora, pero en un maratón eso es suicidarse. Los que saben, guardan energía para el kilómetro 30 en adelante, ahí donde los débiles se quiebran. Si ven a un desconocido manteniendo un paso constante mientras los “estrellas” se desgastan, ese es el que puede dar la sorpresa. Las casas de apuestas suelen subestimar a estos tapados, así que ahí hay valor.
Tercero, estudien la carrera como si fueran a correrla ustedes. No es lo mismo un circuito plano como Berlín que uno con colinas asesinas como Atenas. Si el recorrido tiene tramos técnicos, los locales o los que ya lo corrieron antes llevan ventaja. Busquen datos de ediciones pasadas: quiénes terminaron fuertes, quiénes se desinflaron. Eso no falla.
Cuarto, las apuestas en vivo son un arma de doble filo. Si están viendo la carrera y notan que un favorito empieza a tambalearse antes del kilómetro 25, métanle a otro que venga fresco. Pero ojo, no se dejen llevar por la emoción, porque las cuotas cambian rápido y pueden quedar atrapados en una mala jugada.
Por último, no se casen con un solo corredor. Diversifiquen. Pongan algo al ganador, algo al top 3 y, si se sienten valientes, una combinada con tiempos o diferencias entre los primeros. Pero siempre con cabeza fría, que esto no es lotería.
Si no hacen la tarea, mejor quédense en las tragamonedas, porque los maratones no perdonan a los que llegan sin plan. A meterle cerebro, no solo billetes.
Primero, dejen de pensar que el favorito siempre la va a romper. En los maratones, el clima, la altitud y hasta la maldita humedad pueden voltear la tortilla en un segundo. Un tipo que corrió como gacela en Boston puede comerse el polvo en Nueva York si no está preparado para las subidas. Revisen el historial del corredor, pero no se queden solo con los tiempos. Miren dónde corrió, cómo estaba el terreno y si tuvo lesiones recientes. Si el fulano lleva meses sin competir, no le metan un peso aunque lo pinten como dios.
Segundo, el ritmo inicial es una trampa mortal. Muchos corredores salen como si fueran a ganar en la primera hora, pero en un maratón eso es suicidarse. Los que saben, guardan energía para el kilómetro 30 en adelante, ahí donde los débiles se quiebran. Si ven a un desconocido manteniendo un paso constante mientras los “estrellas” se desgastan, ese es el que puede dar la sorpresa. Las casas de apuestas suelen subestimar a estos tapados, así que ahí hay valor.
Tercero, estudien la carrera como si fueran a correrla ustedes. No es lo mismo un circuito plano como Berlín que uno con colinas asesinas como Atenas. Si el recorrido tiene tramos técnicos, los locales o los que ya lo corrieron antes llevan ventaja. Busquen datos de ediciones pasadas: quiénes terminaron fuertes, quiénes se desinflaron. Eso no falla.
Cuarto, las apuestas en vivo son un arma de doble filo. Si están viendo la carrera y notan que un favorito empieza a tambalearse antes del kilómetro 25, métanle a otro que venga fresco. Pero ojo, no se dejen llevar por la emoción, porque las cuotas cambian rápido y pueden quedar atrapados en una mala jugada.
Por último, no se casen con un solo corredor. Diversifiquen. Pongan algo al ganador, algo al top 3 y, si se sienten valientes, una combinada con tiempos o diferencias entre los primeros. Pero siempre con cabeza fría, que esto no es lotería.
Si no hacen la tarea, mejor quédense en las tragamonedas, porque los maratones no perdonan a los que llegan sin plan. A meterle cerebro, no solo billetes.