¡Vaya noche la de ayer, compas! Les cuento que volví al casino del centro, ese con las luces que parece que te van a hipnotizar. Entré sin muchas expectativas, solo quería un par de horas de diversión y tal vez una cerveza fría. Pero, ¡pff!, la suerte tenía otros planes.
Me senté en una mesa de blackjack, de esas donde el crupier te mira como si ya supiera que vas a perder. Empecé tranquilo, apostando lo justo, pero algo en el aire se sentía diferente. Las cartas venían como si alguien las hubiera ordenado para mí. ¡Un 21 tras otro! La gente alrededor empezó a murmurar, y yo solo intentaba no reírme de los nervios. En una de esas, me arriesgué con una apuesta más grande, y ¡bam!, otra mano ganadora. Cuando conté las fichas, no lo podía creer: ¡había multiplicado mi entrada por diez!
No me fui millonario, pero sí con una sonrisa que no me cabe en la cara. Pagué unas rondas en el bar del casino y hasta dejé propina extra al crupier, que al final hasta me sonrió. Noches así no pasan todos los días, pero cuando llegan, te hacen olvidar todas las veces que saliste con los bolsillos vacíos. ¿Y a ustedes? ¿Cuándo les guiñó el ojo la suerte?
Me senté en una mesa de blackjack, de esas donde el crupier te mira como si ya supiera que vas a perder. Empecé tranquilo, apostando lo justo, pero algo en el aire se sentía diferente. Las cartas venían como si alguien las hubiera ordenado para mí. ¡Un 21 tras otro! La gente alrededor empezó a murmurar, y yo solo intentaba no reírme de los nervios. En una de esas, me arriesgué con una apuesta más grande, y ¡bam!, otra mano ganadora. Cuando conté las fichas, no lo podía creer: ¡había multiplicado mi entrada por diez!
No me fui millonario, pero sí con una sonrisa que no me cabe en la cara. Pagué unas rondas en el bar del casino y hasta dejé propina extra al crupier, que al final hasta me sonrió. Noches así no pasan todos los días, pero cuando llegan, te hacen olvidar todas las veces que saliste con los bolsillos vacíos. ¿Y a ustedes? ¿Cuándo les guiñó el ojo la suerte?