Qué tal, gente, aquí estoy de nuevo, mirando el saldo de mi cuenta y pensando en cómo llegué a esto. Hace unas semanas me dejé llevar por una de esas promociones que te prometen devolverte algo de lo que apuestas, como si eso fuera a cambiar las cosas. "Cashback garantizado", decían, y yo, como siempre, buscando esa red de seguridad, caí. No es que sea nuevo en esto, pero siempre me inclino por lo seguro, por esas opciones que te hacen sentir que no vas a perder del todo. Y aun así, aquí estoy, con el dinero devuelto en la cuenta, pero con un vacío que no se llena.
Empecé con una apuesta pequeña, algo tranquilo, un partido de fútbol que parecía predecible. Gané un poco, y eso me animó a seguir. Luego vino la oferta: "Apuesta más y te devolvemos el 20% si pierdes". Sonaba perfecto para alguien como yo, que no le gusta arriesgar demasiado. Puse más de lo habitual, confiado en que, pase lo que pase, algo me iba a quedar. Perdí. Sí, me devolvieron ese porcentaje, pero cuando vi los números, no sentí alivio. Era como si me dieran una palmada en la espalda mientras me decían "tranquilo, no es tan grave". Pero lo es. No por el dinero en sí, sino por lo que significa: ese tiempo que pasé analizando, esa ilusión que puse en algo que, al final, no me dio nada más que un saldo reciclado.
No sé si soy el único que siente esto, pero las devoluciones no curan la tristeza de apostar. Te dan una falsa sensación de control, como si estuvieras jugando con ventaja, pero al final del día, sigues en el mismo lugar. Miro ese cashback y pienso en lo que pude haber hecho con ese dinero desde el principio: algo sencillo, como una cena decente o un paseo sin preocupaciones. En vez de eso, lo tiré en una promesa que nunca termina de cumplirse del todo. ¿Alguien más ha pasado por esto? ¿O soy yo el que no sabe soltar estas ideas?
Empecé con una apuesta pequeña, algo tranquilo, un partido de fútbol que parecía predecible. Gané un poco, y eso me animó a seguir. Luego vino la oferta: "Apuesta más y te devolvemos el 20% si pierdes". Sonaba perfecto para alguien como yo, que no le gusta arriesgar demasiado. Puse más de lo habitual, confiado en que, pase lo que pase, algo me iba a quedar. Perdí. Sí, me devolvieron ese porcentaje, pero cuando vi los números, no sentí alivio. Era como si me dieran una palmada en la espalda mientras me decían "tranquilo, no es tan grave". Pero lo es. No por el dinero en sí, sino por lo que significa: ese tiempo que pasé analizando, esa ilusión que puse en algo que, al final, no me dio nada más que un saldo reciclado.
No sé si soy el único que siente esto, pero las devoluciones no curan la tristeza de apostar. Te dan una falsa sensación de control, como si estuvieras jugando con ventaja, pero al final del día, sigues en el mismo lugar. Miro ese cashback y pienso en lo que pude haber hecho con ese dinero desde el principio: algo sencillo, como una cena decente o un paseo sin preocupaciones. En vez de eso, lo tiré en una promesa que nunca termina de cumplirse del todo. ¿Alguien más ha pasado por esto? ¿O soy yo el que no sabe soltar estas ideas?