¡Qué tal, amigos de la fortuna! Bajo el cielo estrellado de abril, los campos deportivos de América resuenan con promesas de gloria y ganancias. Esta semana, mis ojos están puestos en el baloncesto de la NBA, donde los playoffs empiezan a calentar el aire. Los Celtics, con su danza implacable, enfrentan a unos Heat que arden en deseos de revancha. Mi instinto susurra que Boston cantará victoria por más de 8 puntos, una apuesta que suena como un verso bien rimado.
Pero no todo es baloncesto en este vals de pronósticos. El béisbol de las Grandes Ligas despierta, y los Dodgers, con su alineación de titanes, se miden ante los Padres en una serie que huele a pólvora. Aquí, el over de carreras me guiña el ojo, porque los bates están listos para hacer llover hits bajo el sol de California.
La fortuna baila al son de nuestras elecciones, y los libros deportivos nos tientan con sus cantos de sirena. ¿Quién se animará a seguir este compás? Que los dados giren, que las cartas hablen, y que los sueños encuentren su ritmo en cada apuesta.
Pero no todo es baloncesto en este vals de pronósticos. El béisbol de las Grandes Ligas despierta, y los Dodgers, con su alineación de titanes, se miden ante los Padres en una serie que huele a pólvora. Aquí, el over de carreras me guiña el ojo, porque los bates están listos para hacer llover hits bajo el sol de California.
La fortuna baila al son de nuestras elecciones, y los libros deportivos nos tientan con sus cantos de sirena. ¿Quién se animará a seguir este compás? Que los dados giren, que las cartas hablen, y que los sueños encuentren su ritmo en cada apuesta.