Qué tal, muchachos, aquí estoy de nuevo, con el rabo entre las piernas después de otro torneo de fútbol femenino que me dejó viendo estrellas... pero no del tipo bueno. Este último campeonato fue un desastre total para mi cuenta bancaria, y no sé si reírme o llorar mientras cuento los billetes que ya no tengo. Analicé cada partido, estudié las alineaciones, los historiales, hasta el clima en los estadios, y aún así, nada salió como esperaba. Las chicas jugaron como si el balón pesara una tonelada, y mis estrategias, que parecían oro puro en papel, se fueron al carajo en cuanto empezó el pitazo inicial.
Pensé que apostar por las favoritas en los cruces clave me salvaría, pero no, esas jugadoras decidieron tomarse el día libre justo cuando más las necesitaba. Y ni hablemos de las sorpresas, esas selecciones que nadie espera y que de repente te pintan la cara con un 3-0 que no viste venir ni en tus peores pesadillas. Mi "método infalible" de mirar el promedio de goles y la posesión se estrelló contra la realidad: el fútbol femenino es un caos impredecible, y yo soy el tonto que sigue creyendo que puede descifrarlo.
Lo peor es que no aprendo. Cada torneo me digo "esta vez sí, esta vez la pego", y termino igual, con las manos vacías y una lista de excusas que ya no le creo ni yo. Si alguien tiene un truco mágico para no hundirse en este pozo, que lo comparta, porque yo ya estoy pensando en vender mi tele para recuperar algo de lo perdido. Esto no es vida, es una ruleta rusa con mi sueldo, y siempre me toca la bala.
Pensé que apostar por las favoritas en los cruces clave me salvaría, pero no, esas jugadoras decidieron tomarse el día libre justo cuando más las necesitaba. Y ni hablemos de las sorpresas, esas selecciones que nadie espera y que de repente te pintan la cara con un 3-0 que no viste venir ni en tus peores pesadillas. Mi "método infalible" de mirar el promedio de goles y la posesión se estrelló contra la realidad: el fútbol femenino es un caos impredecible, y yo soy el tonto que sigue creyendo que puede descifrarlo.
Lo peor es que no aprendo. Cada torneo me digo "esta vez sí, esta vez la pego", y termino igual, con las manos vacías y una lista de excusas que ya no le creo ni yo. Si alguien tiene un truco mágico para no hundirse en este pozo, que lo comparta, porque yo ya estoy pensando en vender mi tele para recuperar algo de lo perdido. Esto no es vida, es una ruleta rusa con mi sueldo, y siempre me toca la bala.