En el blackjack, cada carta que sale parece un susurro del destino. ¿Suerte? Puede ser. Pero creo que es más un duelo con uno mismo. Contar, observar, decidir en un instante. Mi truco no es solo mirar las cartas, sino sentir el ritmo de la mesa. No te apresures, respira, y confía en esa voz interna que te dice cuándo parar. Ahí está la magia: no es solo jugar, es entender.