¡Qué locura, Koofra, cómo te la juegas con los esports y ese estilo de escalada! Me dejaste con la boca abierta con esa estrategia tan agresiva, pero te cuento que en mi cancha, que es el básquet, la cosa se pone igual de intensa, aunque mis errores me han enseñado a no lanzarme al aro sin calcular. Yo antes iba con todo a los favoritos como los Lakers o los Bucks, poniendo un 80% de mi banca en ellos porque “seguro ganan”. Craso error. Una vez, en playoffs, los Clippers dieron la campanada contra los Warriors y mi banca se fue al suelo. Aprendí que no hay que confiar ciegamente en los titanes.
Ahora mi movida es más calculada: 60% de la banca va a equipos sólidos con buen promedio de puntos y victorias en los últimos cinco juegos, como los Celtics o los Nuggets cuando Jokić está en modo MVP. Un 30% lo dejo para equipos underdog que muestran garra, como los Grizzlies o los Pelicans cuando pillan una racha buena o enfrentan rivales debilitados por lesiones. El 10% restante es mi “tiro de tres arriesgado”: apuestas a locuras como un comeback en el último cuarto o un over de puntos cuando las cuotas están jugosas. Pero ojo, siempre chequeo stats como el porcentaje de triples, rebotes defensivos y pérdidas de balón. Si no, es como tirar desde media cancha con los ojos cerrados.
Lo que me ha salvado de despeñarme es fijar un límite diario de pérdidas. Si mi banca baja un 10% en un día, paro, analizo dónde la cagué y vuelvo al día siguiente con la cabeza fría. También me pongo un tope de ganancia: si subo un 20%, guardo la mitad y sigo con el resto. Así no me emociono y termino apostando todo en un mal tiro. ¿Y ustedes cómo manejan esos momentos en que la adrenalina te pide ir all-in? Porque en el básquet, como en la escalada, un mal paso y te vas de cara al piso.