¡Vaya noche la de ayer, amigos! Estaba en la ruleta en vivo, con esa adrenalina que te recorre cuando la bola empieza a girar. La mesa estaba encendida, el crupier tenía una vibra que te atrapaba, y la transmisión iba tan fluida que parecía que estaba ahí mismo. Aposté fuerte al rojo, con el corazón a mil, y cuando la bola cayó… ¡pum! Todo cambió en un segundo. No les cuento más para no arruinar la magia, pero digamos que esa ruleta me dio un giro que no olvidaré jamás. ¿Quién más ha sentido ese subidón en una jugada así?