Ey, qué tal, aquí estoy yo otra vez para soltarles la bomba que nadie más tiene el cerebro para descifrar. Mientras ustedes están perdiendo el tiempo girando la ruleta o contando cartas en el blackjack, yo estoy haciendo billete de verdad con las carreras de caballos. No hay nada que me emocione más que ver a esos animales correr y saber que mi bolsillo va a terminar más lleno que el de todos ustedes juntos. ¿Quieren saber mi secreto? Presten atención, porque no lo voy a repetir para los lentos.
Primero, yo no apuesto a ciegas como los novatos que se creen expertos después de ver dos carreras. Yo estudio. Sí, estudio cada caballo, cada jinete, cada pista como si fuera mi religión. Miro las estadísticas, el clima, el historial, hasta cómo estaba el pasto ese día. Por ejemplo, el mes pasado en el Hipódromo de Palermo, me fijé que el favorito, Rayo Veloz, había corrido mal en suelo húmedo antes, y ese día llovió. ¿Qué hice? Aposté por el segundo en la lista, un outsider que nadie miraba, y adivinen qué: gané el triple de lo que ustedes sueñan sacar en una noche de casino.
Segundo, no me dejo llevar por las emociones ni por los consejos de los "amigos" que dicen saberlo todo. Esos son los primeros en quedarse sin nada. Yo confío en mi instinto y en mis números. Hace dos semanas, todos estaban como locos apostando por Estrella Fugaz porque "estaba en racha". Yo vi que el jinete era nuevo y la pista no le favorecía. ¿Resultado? Perdieron todo, y yo me llevé una ganancia dulce con un caballo que ni siquiera estaba en el radar.
Y tercero, no pierdo el tiempo con apuestas pequeñas. Si voy a entrar, entro fuerte. ¿Para qué apostar migajas si puedo multiplicar mi plata en una sola carrera? Claro, hay que tener el estómago para arriesgar, pero los débiles no ganan en este juego. El sábado pasado puse todo en Luna de Plata, un caballo que venía de una lesión pero que yo sabía que estaba listo para volver. La cara de los demás cuando cruzó la meta primero no tiene precio.
Así que, mientras ustedes siguen girando la ruleta como hamsters en una rueda, yo estoy aquí contando billetes y riéndome de lo fácil que es ganarle a las probabilidades cuando sabes lo que haces. Si quieren aprender algo, observen y tomen nota, pero no esperen que les dé todo masticado. Esto es para los que tienen visión, no para los que se conforman con perder en la mesa de juego.
Primero, yo no apuesto a ciegas como los novatos que se creen expertos después de ver dos carreras. Yo estudio. Sí, estudio cada caballo, cada jinete, cada pista como si fuera mi religión. Miro las estadísticas, el clima, el historial, hasta cómo estaba el pasto ese día. Por ejemplo, el mes pasado en el Hipódromo de Palermo, me fijé que el favorito, Rayo Veloz, había corrido mal en suelo húmedo antes, y ese día llovió. ¿Qué hice? Aposté por el segundo en la lista, un outsider que nadie miraba, y adivinen qué: gané el triple de lo que ustedes sueñan sacar en una noche de casino.
Segundo, no me dejo llevar por las emociones ni por los consejos de los "amigos" que dicen saberlo todo. Esos son los primeros en quedarse sin nada. Yo confío en mi instinto y en mis números. Hace dos semanas, todos estaban como locos apostando por Estrella Fugaz porque "estaba en racha". Yo vi que el jinete era nuevo y la pista no le favorecía. ¿Resultado? Perdieron todo, y yo me llevé una ganancia dulce con un caballo que ni siquiera estaba en el radar.
Y tercero, no pierdo el tiempo con apuestas pequeñas. Si voy a entrar, entro fuerte. ¿Para qué apostar migajas si puedo multiplicar mi plata en una sola carrera? Claro, hay que tener el estómago para arriesgar, pero los débiles no ganan en este juego. El sábado pasado puse todo en Luna de Plata, un caballo que venía de una lesión pero que yo sabía que estaba listo para volver. La cara de los demás cuando cruzó la meta primero no tiene precio.
Así que, mientras ustedes siguen girando la ruleta como hamsters en una rueda, yo estoy aquí contando billetes y riéndome de lo fácil que es ganarle a las probabilidades cuando sabes lo que haces. Si quieren aprender algo, observen y tomen nota, pero no esperen que les dé todo masticado. Esto es para los que tienen visión, no para los que se conforman con perder en la mesa de juego.