Oye, qué bronca me da escribir esto. Estaba segurísimo de que mi estrategia para el Mundial iba a ser la gloria. Llevaba meses estudiando equipos, analizando estadísticas, viendo partidos de eliminatorias, todo. Me sentía como el maldito Nostradamus de las apuestas. Mi plan era simple pero "infalible": apostar fuerte a los equipos con mejor posesión y a los goleadores top en cada fase. Sonaba lógico, ¿no? Si controlas el balón, ganas. Si tienes un killer en el área, la metes. Pero, madre mía, qué paliza me dio la realidad.
Primero, puse una lana gorda en Francia contra Argentina en octavos. Pensé: "Mbappé está on fire, Messi ya está viejo, fácil". Error. Argentina no tuvo la pelota, pero cada contra era un puñal. Perdí la mitad de mi banca ahí. Luego, quise recuperarme en los cuartos con Brasil. Neymar, Vinicius, el jogo bonito, ¿qué podía salir mal? Bueno, todo. Croacia los bailó en penales. Ahí se fue otro cacho de mi plata. Para las semis, ya estaba desesperado, así que doblé la apuesta en Inglaterra contra Marruecos. "Marruecos no tiene chance, es un milagro que estén ahí", me dije. Y zas, Marruecos los dejó viendo un arcoíris.
Lo peor es que no aprendí. En la final, puse todo lo que me quedaba en Argentina, pensando que ya tocaba mi revancha. Y sí, ganaron, pero la cuota era tan baja que no recuperé ni la mitad de lo que perdí antes. Mi estrategia "perfecta" me dejó con los bolsillos vacíos y una lección que todavía me quema: el fútbol no respeta tus cálculos ni tus corazonadas. Ahora estoy aquí, contando mis desgracias, mientras veo cómo mis amigos que apostaron "por diversión" sacaron más que yo. ¿Alguien más se quemó así con el Mundial? Porque esto duele.
Primero, puse una lana gorda en Francia contra Argentina en octavos. Pensé: "Mbappé está on fire, Messi ya está viejo, fácil". Error. Argentina no tuvo la pelota, pero cada contra era un puñal. Perdí la mitad de mi banca ahí. Luego, quise recuperarme en los cuartos con Brasil. Neymar, Vinicius, el jogo bonito, ¿qué podía salir mal? Bueno, todo. Croacia los bailó en penales. Ahí se fue otro cacho de mi plata. Para las semis, ya estaba desesperado, así que doblé la apuesta en Inglaterra contra Marruecos. "Marruecos no tiene chance, es un milagro que estén ahí", me dije. Y zas, Marruecos los dejó viendo un arcoíris.
Lo peor es que no aprendí. En la final, puse todo lo que me quedaba en Argentina, pensando que ya tocaba mi revancha. Y sí, ganaron, pero la cuota era tan baja que no recuperé ni la mitad de lo que perdí antes. Mi estrategia "perfecta" me dejó con los bolsillos vacíos y una lección que todavía me quema: el fútbol no respeta tus cálculos ni tus corazonadas. Ahora estoy aquí, contando mis desgracias, mientras veo cómo mis amigos que apostaron "por diversión" sacaron más que yo. ¿Alguien más se quemó así con el Mundial? Porque esto duele.