¡Ey, qué tal, fanáticos del riesgo! Acá estoy de nuevo, con mi pasión por el rugby y mi eterna pelea con las casas de apuestas que parecen no salir del maldito fútbol. ¿En serio, señores de las cuotas? ¿Cuándo van a entender que el rugby existe y que hay locos como yo que analizamos cada scrum, cada tackle y cada try como si fuera una partida de póker con todo en la mesa? Porque, vamos, apostar en rugby es como jugar una mano con cartas ocultas: si sabes leer el juego, te llevas el pozo.
Mira, el otro día estaba revisando las líneas para un partido de los Pumas contra los All Blacks –un clásico, ¿no?– y me encuentro con unas cuotas que parecían sacadas de un sombrero de mago. ¿Over/under de puntos en 45? ¿En un partido de estos titanes? Por favor, si hasta mi abuela sabe que esos dos se matan en defensa y los puntos salen con cuentagotas. Y luego, las apuestas en vivo… un desastre. Minuto 60, los forwards están destrozando el campo, y las casas todavía ofreciendo cuotas como si estuviéramos en el primer tiempo. ¿Dónde está el respeto por los que vemos más allá del baloncito redondo?
Yo digo que hay que aprovechar estas metidas de pata. Por ejemplo, en el último Super Rugby, los Chiefs contra los Crusaders, pillé una cuota ridícula en el hándicap (+8) para los Chiefs. ¿Resultado? Ganaron por 5, y yo brindando con una birra mientras las casas lloraban. Esas son las joyitas que te da el rugby: táctica pura, impredecible como un bluff en la mesa final. Pero claro, las promociones siempre son “apuesta al fútbol y te damos un bono”. ¿Y los rugbiers qué, eh? ¿Una palmadita en la espalda y a seguir?
Si me preguntan, las casas deberían contratar a alguno de nosotros, los que sabemos que un maul bien armado vale oro y que un wing con espacio es una apuesta segura. Pero no, siguen obsesionados con los penales de Messi y las chilenas de nadie. En fin, sigamos sacándole provecho a su ignorancia, amigos. Si ven un partido del Seis Naciones o del Rugby Championship, analicen los estilos, los lesionados, el clima –sí, el viento importa, carajo– y métanle fichas donde las cuotas estén desubicadas. ¡A ganarles en su propia cancha!
¿Alguien más se anima a compartir un buen pick rugbístico o seguimos siendo los raros de la mesa? 
Mira, el otro día estaba revisando las líneas para un partido de los Pumas contra los All Blacks –un clásico, ¿no?– y me encuentro con unas cuotas que parecían sacadas de un sombrero de mago. ¿Over/under de puntos en 45? ¿En un partido de estos titanes? Por favor, si hasta mi abuela sabe que esos dos se matan en defensa y los puntos salen con cuentagotas. Y luego, las apuestas en vivo… un desastre. Minuto 60, los forwards están destrozando el campo, y las casas todavía ofreciendo cuotas como si estuviéramos en el primer tiempo. ¿Dónde está el respeto por los que vemos más allá del baloncito redondo?
Yo digo que hay que aprovechar estas metidas de pata. Por ejemplo, en el último Super Rugby, los Chiefs contra los Crusaders, pillé una cuota ridícula en el hándicap (+8) para los Chiefs. ¿Resultado? Ganaron por 5, y yo brindando con una birra mientras las casas lloraban. Esas son las joyitas que te da el rugby: táctica pura, impredecible como un bluff en la mesa final. Pero claro, las promociones siempre son “apuesta al fútbol y te damos un bono”. ¿Y los rugbiers qué, eh? ¿Una palmadita en la espalda y a seguir?
Si me preguntan, las casas deberían contratar a alguno de nosotros, los que sabemos que un maul bien armado vale oro y que un wing con espacio es una apuesta segura. Pero no, siguen obsesionados con los penales de Messi y las chilenas de nadie. En fin, sigamos sacándole provecho a su ignorancia, amigos. Si ven un partido del Seis Naciones o del Rugby Championship, analicen los estilos, los lesionados, el clima –sí, el viento importa, carajo– y métanle fichas donde las cuotas estén desubicadas. ¡A ganarles en su propia cancha!
¿Alguien más se anima a compartir un buen pick rugbístico o seguimos siendo los raros de la mesa?