Qué nervios, muchachos, no saben lo que fue ver el sprint de Oberhof este fin de semana. Yo venía siguiendo a los biatlonistas desde el arranque de la temporada, analizando cada tiro, cada vuelta, porque esta vez puse una lana fuerte en juego. Había estudiado bien las stats: Bö con su precisión casi inhumana en el polígono, pero esa velocidad que a veces le falla en los últimos kilómetros; Jacquelin con su ritmo constante, aunque siempre hay riesgo de que falle un disparo en un día malo. Hasta el clima chequeé, porque en Oberhof siempre hay una ventisca traicionera que te puede voltear todo el pronóstico.
Arranqué confiado, hice mi apuesta por Bö para el podio y un combinado con Jacquelin top 5, porque los números me decían que era sólido. Pero cuando empezó la carrera, todo se fue poniendo tenso. Bö largó como máquina, pero en la segunda ronda de tiro, ¡pum!, dos fallos seguidos. Yo estaba pegado a la pantalla, con el corazón en la boca, viendo cómo se le iba el podio por esas malditas ráfagas de viento. Jacquelin, en cambio, iba clavando todo, pero en la última vuelta se le notó el cansancio y empezó a perder segundos como si nada. Yo ya estaba temblando, pensando en la plata que había puesto, que no era poca.
Al final, Bö se recuperó lo justo para arañar un tercer lugar, y Jacquelin quedó cuarto por milésimas. Gané algo, sí, pero no lo que esperaba, y ahora estoy aquí, con los nervios de punta, esperando a que el dinero caiga en mi cuenta. Estas carreras me van a matar un día de estos, porque uno analiza, estudia, hace las cuentas, y al final igual terminas dependiendo de un disparo o de que no sople el viento en el momento equivocado. Alguien más estuvo sudando frío con Oberhof este finde? Porque yo sigo temblando mientras miro el saldo.
Arranqué confiado, hice mi apuesta por Bö para el podio y un combinado con Jacquelin top 5, porque los números me decían que era sólido. Pero cuando empezó la carrera, todo se fue poniendo tenso. Bö largó como máquina, pero en la segunda ronda de tiro, ¡pum!, dos fallos seguidos. Yo estaba pegado a la pantalla, con el corazón en la boca, viendo cómo se le iba el podio por esas malditas ráfagas de viento. Jacquelin, en cambio, iba clavando todo, pero en la última vuelta se le notó el cansancio y empezó a perder segundos como si nada. Yo ya estaba temblando, pensando en la plata que había puesto, que no era poca.
Al final, Bö se recuperó lo justo para arañar un tercer lugar, y Jacquelin quedó cuarto por milésimas. Gané algo, sí, pero no lo que esperaba, y ahora estoy aquí, con los nervios de punta, esperando a que el dinero caiga en mi cuenta. Estas carreras me van a matar un día de estos, porque uno analiza, estudia, hace las cuentas, y al final igual terminas dependiendo de un disparo o de que no sople el viento en el momento equivocado. Alguien más estuvo sudando frío con Oberhof este finde? Porque yo sigo temblando mientras miro el saldo.