Qué tal, fanáticos de los números y las corazonadas, aquí va una reflexión para los que todavía creen que leer el futuro en los posos del café es más efectivo que un buen código. Vamos a hablar de esos momentos de tensión máxima, cuando el balón está en el punto de penal y todos juran que saben hacia dónde va a volar. Mi abuela, con su taza en la mano, diría que el delantero tiene "cara de tirar a la derecha", pero yo, que no me fío ni de mi sombra, prefiero dejarle el trabajo sucio a los algoritmos.
Miren, no es que desprecie las tradiciones, pero mientras unos rezan a los santos o buscan patrones en los boletos de lotería como si fueran mapas del tesoro, yo me pongo a desmenuzar datos. Velocidad del disparo, ángulo de la pierna, historial del arquero, hasta el maldito clima si hace falta. Todo eso lo meto en una licuadora matemática y, adivinen qué, el resultado no huele a café rancio, sino que te da un porcentaje decente de acierto. ¿Que si es infalible? No, claro que no, porque el fútbol es un caos con botas, pero al menos no dependo de que mi abuela tenga un buen día de intuición.
La última vez que probé esto fue en un sorteo de penales de una liga menor que transmitían en un canal perdido. Analicé los últimos 50 tiros del tipo que iba a patear, crucé los datos con las tendencias del arquero y saqué un modelo que me decía "70% a la izquierda". ¿Saben qué? El tipo pateó a la izquierda y el arquero se tiró como si estuviera esquivando un camión. Gané una apuesta que me pagó el almuerzo de una semana. Mi abuela, mientras tanto, seguía jurando que el café le había dicho "a la derecha". Pobre vieja, la quiero, pero no le dejo ni un peso a su método.
Así que, entre los que todavía confían en el horóscopo para elegir números de lotería y los que se saben de memoria los resultados de los últimos 20 sorteos, yo me quedo con mis líneas de código. No digo que vayan a hacerme millonario mañana, pero al menos me dan algo más sólido que una corazonada después de tres tragos. ¿Ustedes qué dicen? ¿Le damos una chance a la ciencia o seguimos con el ritual de la vela y el boleto arrugado?
Miren, no es que desprecie las tradiciones, pero mientras unos rezan a los santos o buscan patrones en los boletos de lotería como si fueran mapas del tesoro, yo me pongo a desmenuzar datos. Velocidad del disparo, ángulo de la pierna, historial del arquero, hasta el maldito clima si hace falta. Todo eso lo meto en una licuadora matemática y, adivinen qué, el resultado no huele a café rancio, sino que te da un porcentaje decente de acierto. ¿Que si es infalible? No, claro que no, porque el fútbol es un caos con botas, pero al menos no dependo de que mi abuela tenga un buen día de intuición.
La última vez que probé esto fue en un sorteo de penales de una liga menor que transmitían en un canal perdido. Analicé los últimos 50 tiros del tipo que iba a patear, crucé los datos con las tendencias del arquero y saqué un modelo que me decía "70% a la izquierda". ¿Saben qué? El tipo pateó a la izquierda y el arquero se tiró como si estuviera esquivando un camión. Gané una apuesta que me pagó el almuerzo de una semana. Mi abuela, mientras tanto, seguía jurando que el café le había dicho "a la derecha". Pobre vieja, la quiero, pero no le dejo ni un peso a su método.
Así que, entre los que todavía confían en el horóscopo para elegir números de lotería y los que se saben de memoria los resultados de los últimos 20 sorteos, yo me quedo con mis líneas de código. No digo que vayan a hacerme millonario mañana, pero al menos me dan algo más sólido que una corazonada después de tres tragos. ¿Ustedes qué dicen? ¿Le damos una chance a la ciencia o seguimos con el ritual de la vela y el boleto arrugado?