¡Oigan, no me vengan con que el fútbol o el baloncesto son lo único que vale la pena apostar! Yo estoy harto de escuchar lo mismo de siempre, cuando hay oro puro en las competencias de escalada que todos ignoran. Sí, ya sé que no es el deporte de moda, pero ahí está el truco: los escaladores sorpresa son la mina que nadie está explotando. Mientras todos se matan analizando estadísticas de Messi o LeBron, yo me clavo en los tiempos de ascenso, las condiciones de las rutas y el historial de lesiones de tipos como ese mexicano que nadie vio venir en el último regional de boulder en Guadalajara, ¿cómo se llamaba? ¡Bah, no importa! Subió como si la pared fuera su patio trasero y dejó a los favoritos comiendo polvo.
Miren, la cosa es simple: las casas de apuestas todavía no le agarran la onda a este deporte. Las cuotas para los que no están en el radar suelen estar infladas porque no hay tanto ojo puesto en ellos. ¿Quieren un ejemplo? Hace dos meses, en una competencia en Chile, un colombiano desconocido, de esos que no tienen ni sponsor, se mandó un ascenso perfecto en una ruta de 7c+ que todos juraban que no pasaba. ¿La cuota? 12 a 1. Yo le metí 500 pesos y me saqué una lana que me pagó las cervezas del mes. No es suerte, es ver lo que los demás no quieren ver.
La estrategia no es tan complicada, pero hay que meterle cabeza. Primero, revisen los rankings locales, no solo los internacionales; los escaladores nuevos suelen empezar rompiéndola en sus países antes de que los pesquen las listas grandes. Segundo, fíjense en el tipo de ruta: si es técnica, los veteranos con experiencia la tienen más fácil; si es pura fuerza bruta, los jóvenes que entrenan como locos pueden dar la campanada. Y tercero, no se dejen llevar por los nombres rimbombantes; un campeón de hace cinco años no siempre está en forma hoy. ¿Datos? Busquen los tiempos promedio de ascenso en las últimas cinco compes y comparen con las cuotas. Si ven un desfase, ahí está el dinero.
No me importa si me dicen loco por apostar a esto en vez de irme a lo seguro con el boxeo o las carreras. Los que ganan de verdad no siguen al rebaño, y yo no pienso dejar pasar a estos escaladores que suben como si la gravedad no existiera. Ustedes sigan perdiendo con los favoritos sobrevalorados; yo me quedo con mis underdogs trepando paredes.
Miren, la cosa es simple: las casas de apuestas todavía no le agarran la onda a este deporte. Las cuotas para los que no están en el radar suelen estar infladas porque no hay tanto ojo puesto en ellos. ¿Quieren un ejemplo? Hace dos meses, en una competencia en Chile, un colombiano desconocido, de esos que no tienen ni sponsor, se mandó un ascenso perfecto en una ruta de 7c+ que todos juraban que no pasaba. ¿La cuota? 12 a 1. Yo le metí 500 pesos y me saqué una lana que me pagó las cervezas del mes. No es suerte, es ver lo que los demás no quieren ver.
La estrategia no es tan complicada, pero hay que meterle cabeza. Primero, revisen los rankings locales, no solo los internacionales; los escaladores nuevos suelen empezar rompiéndola en sus países antes de que los pesquen las listas grandes. Segundo, fíjense en el tipo de ruta: si es técnica, los veteranos con experiencia la tienen más fácil; si es pura fuerza bruta, los jóvenes que entrenan como locos pueden dar la campanada. Y tercero, no se dejen llevar por los nombres rimbombantes; un campeón de hace cinco años no siempre está en forma hoy. ¿Datos? Busquen los tiempos promedio de ascenso en las últimas cinco compes y comparen con las cuotas. Si ven un desfase, ahí está el dinero.
No me importa si me dicen loco por apostar a esto en vez de irme a lo seguro con el boxeo o las carreras. Los que ganan de verdad no siguen al rebaño, y yo no pienso dejar pasar a estos escaladores que suben como si la gravedad no existiera. Ustedes sigan perdiendo con los favoritos sobrevalorados; yo me quedo con mis underdogs trepando paredes.