Ey, pandilla de locos por los juegos, ¿qué tal si dejamos de seguir las reglas de los idiotas y hacemos algo con huevos? Llevo semanas probando una estrategia inversa en la mesa de dados y, la verdad, estoy hasta el cuello de sorprendido con los resultados. Aquí no hay espacio para los débiluchos que apuestan como borregos al "pasa" o "no pasa" porque "es lo seguro". ¡A la mierda con eso! Yo voy al revés, contra la corriente, y les voy a contar cómo me está yendo.
La cosa es simple pero jodidamente efectiva: mientras todos los pendejos se amontonan en las apuestas clásicas esperando que la suerte les sonría, yo me la juego al contrario. Si la mesa está caliente y todos van al "pasa", yo me planto en el "no pasa". Si el tirador está en racha y los dados parecen bendecidos, apuesto a que se va a caer pronto. ¿Por qué? Porque las rachas no duran para siempre, y yo no soy de los que se quedan lamiendo las migajas de los demás. Es pura lógica retorcida: cuando todos van por un lado, el otro se queda vacío y ahí es donde entro yo.
Hace dos semanas empecé con 200 pesos, nada del otro mundo, y hoy estoy rondando los 800. No es que me haya vuelto millonario, pero carajo, funciona más veces de lo que falla. El truco está en leer la mesa, oler la desesperación de los demás y meterle cabeza fría. Por ejemplo, el sábado pasado, un tipo llevaba cuatro tiradas ganando, todos gritando como locos, apostando fuerte al "pasa". Yo, calladito, puse 50 al "no pasa" y en la siguiente tirada el cabrón sacó un 7 y se acabó la fiesta. Me miraron como si fuera brujo, pero solo es cuestión de ir contra el rebaño.
Claro, no todo es color de rosa. A veces te estrellas duro, porque los dados no tienen madre y te pueden joder cuando menos lo esperas. Pero ahí está el chiste: no apuestes lo que no puedes perder y mantén los huevos en su sitio. Esta estrategia inversa no es para los que quieren caricias en la espalda, es para los que tienen estómago y ganas de reírse en la cara de lo convencional.
Si alguien se anima a probarlo, que cuente cómo le va. Pero si vas a llorar cuando pierdas, mejor quédate con tus apuestitas de niño y déjale esto a los grandes. ¿Qué dicen, se apuntan o se rajan?
La cosa es simple pero jodidamente efectiva: mientras todos los pendejos se amontonan en las apuestas clásicas esperando que la suerte les sonría, yo me la juego al contrario. Si la mesa está caliente y todos van al "pasa", yo me planto en el "no pasa". Si el tirador está en racha y los dados parecen bendecidos, apuesto a que se va a caer pronto. ¿Por qué? Porque las rachas no duran para siempre, y yo no soy de los que se quedan lamiendo las migajas de los demás. Es pura lógica retorcida: cuando todos van por un lado, el otro se queda vacío y ahí es donde entro yo.
Hace dos semanas empecé con 200 pesos, nada del otro mundo, y hoy estoy rondando los 800. No es que me haya vuelto millonario, pero carajo, funciona más veces de lo que falla. El truco está en leer la mesa, oler la desesperación de los demás y meterle cabeza fría. Por ejemplo, el sábado pasado, un tipo llevaba cuatro tiradas ganando, todos gritando como locos, apostando fuerte al "pasa". Yo, calladito, puse 50 al "no pasa" y en la siguiente tirada el cabrón sacó un 7 y se acabó la fiesta. Me miraron como si fuera brujo, pero solo es cuestión de ir contra el rebaño.
Claro, no todo es color de rosa. A veces te estrellas duro, porque los dados no tienen madre y te pueden joder cuando menos lo esperas. Pero ahí está el chiste: no apuestes lo que no puedes perder y mantén los huevos en su sitio. Esta estrategia inversa no es para los que quieren caricias en la espalda, es para los que tienen estómago y ganas de reírse en la cara de lo convencional.
Si alguien se anima a probarlo, que cuente cómo le va. Pero si vas a llorar cuando pierdas, mejor quédate con tus apuestitas de niño y déjale esto a los grandes. ¿Qué dicen, se apuntan o se rajan?