¡Qué tal, banda! Acá no hay tiempo pa’ saluditos cursis, así que vamos directo al grano. Si quieren sacarle jugo a los parlays de hockey y no terminar llorando por las esquinas, escuchen bien, porque esto no es pa’ novatos. El hockey es rápido, sucio y perfecto pa’ meterle caña con apuestas exprés, pero si no saben cómo jugarla, se van a quedar con los bolsillos vacíos y cara de idiotas.
Primero, olví dense de meter 10 equipos en un parlay como si fueran cracks. Eso es pa’ los que creen en cuentos de hadas. Yo voy con 3 o 4 partidos, máximo, y los elijo con cabeza. ¿Cómo? Miro los últimos 5 juegos de cada equipo, no solo los goles, sino los disparos a portería, el porcentaje de power play y si el portero titular está enrachado o anda de vacaciones mentales. Por ejemplo, si un equipo como los Maple Leafs lleva 3 juegos seguidos anotando en power play y se enfrentan a unos Devils que penalizan más que taxista en hora pico, ahí hay billete.
Segundo, no se duerman con las líneas en vivo. El hockey es una locura, y las cuotas cambian más rápido que el humor de tu ex. Si ven que un equipo dominante empieza perdiendo el primer período, pero está bombardeando la portería contraria, métanle al over de goles o al hándicap en el segundo período. Ahí está la clave: pillar el momento exacto y no apostar como borregos al inicio del partido.
Tercero, controlen la maldita ansiedad. Esto es juego responsable, no se trata de apostar la quincena en un arranque de emoción. Yo pongo un límite: 10% de lo que tengo pa’ jugar, y si pierdo, me largo a ver Netflix y no vuelvo hasta el próximo finde. Si ganan, saquen la mitad y dejen el resto pa’ seguirle dando. Así no terminan pidiendo prestado pa’ la renta.
Un ejemplo pa’ que no digan que solo hablo pendejadas: la semana pasada armé un parlay con Tampa Bay -1.5, Colorado over 5.5 goles y los Rangers moneyline. ¿Por qué? Tampa venía de meterle 4 pepinos seguidos a equipos débiles, Colorado no para de disparar y los Rangers tenían a Shesterkin en la portería, que es como tener un muro de concreto. Entró todo y me saqué unos buenos pesos, pero no fui idiota y guardé pa’ la siguiente.
Así que ya saben, no se trata de suerte, sino de leer el juego y no apostar como animales. Si no entienden de hockey, mejor sigan con las tragamonedas, porque esto es pa’ los que le saben. ¡A romperla, pero con cabeza, cabrones!
Primero, olví dense de meter 10 equipos en un parlay como si fueran cracks. Eso es pa’ los que creen en cuentos de hadas. Yo voy con 3 o 4 partidos, máximo, y los elijo con cabeza. ¿Cómo? Miro los últimos 5 juegos de cada equipo, no solo los goles, sino los disparos a portería, el porcentaje de power play y si el portero titular está enrachado o anda de vacaciones mentales. Por ejemplo, si un equipo como los Maple Leafs lleva 3 juegos seguidos anotando en power play y se enfrentan a unos Devils que penalizan más que taxista en hora pico, ahí hay billete.
Segundo, no se duerman con las líneas en vivo. El hockey es una locura, y las cuotas cambian más rápido que el humor de tu ex. Si ven que un equipo dominante empieza perdiendo el primer período, pero está bombardeando la portería contraria, métanle al over de goles o al hándicap en el segundo período. Ahí está la clave: pillar el momento exacto y no apostar como borregos al inicio del partido.
Tercero, controlen la maldita ansiedad. Esto es juego responsable, no se trata de apostar la quincena en un arranque de emoción. Yo pongo un límite: 10% de lo que tengo pa’ jugar, y si pierdo, me largo a ver Netflix y no vuelvo hasta el próximo finde. Si ganan, saquen la mitad y dejen el resto pa’ seguirle dando. Así no terminan pidiendo prestado pa’ la renta.
Un ejemplo pa’ que no digan que solo hablo pendejadas: la semana pasada armé un parlay con Tampa Bay -1.5, Colorado over 5.5 goles y los Rangers moneyline. ¿Por qué? Tampa venía de meterle 4 pepinos seguidos a equipos débiles, Colorado no para de disparar y los Rangers tenían a Shesterkin en la portería, que es como tener un muro de concreto. Entró todo y me saqué unos buenos pesos, pero no fui idiota y guardé pa’ la siguiente.
Así que ya saben, no se trata de suerte, sino de leer el juego y no apostar como animales. Si no entienden de hockey, mejor sigan con las tragamonedas, porque esto es pa’ los que le saben. ¡A romperla, pero con cabeza, cabrones!