Oigan, ¿a quién no le ha pasado? Vas con el presentimiento de que tu equipo la rompe, pones unos pesos en la mesa y de repente... ¡pum! Un gol en el último minuto te deja con cara de "qué hice con mi vida". La última vez me la jugué con un partido de la Libertadores, todo pintaba bien, pero el árbitro y un VAR dudoso me mandaron a recoger mis ilusiones. Lo peor es que sigo cayendo, porque cuando el corazón grita más fuerte que la cabeza, uno no aprende. ¿Y ustedes, qué locura han hecho por una apuesta?