¡Venga, que el Tour está que arde! La etapa reina de este año tiene todos los ingredientes para ser épica: puertos de montaña que quitan el aliento, cambios de ritmo constantes y un final que va a separar a los grandes de los mortales. Vamos a meternos en el barro con algo de análisis para los que quieran meterle unas fichas a las apuestas.
Primero, el recorrido. Estamos hablando de una etapa con tres subidas de categoría especial, y la última, a 10 km de meta, es un auténtico muro. Aquí no basta con tener piernas; necesitas cabeza para no quemarte antes de tiempo. Los últimos años, estas etapas se las han llevado ciclistas que saben leer la carrera y guardan un cartucho para el final, así que ojo con los que se mueven bien en el caos.
De los nombres que suenan, hay un par que me llaman la atención. El líder del ranking sigue mostrando un dominio brutal en las grandes vueltas, con un equipo que le cubre las espaldas como nadie. Su capacidad para acelerar en los últimos kilómetros de subida es letal, pero hay que ver si llega fresco tras las etapas previas. Luego está ese escalador puro que siempre da guerra en los puertos. No es el más mediático, pero su constancia en las subidas largas lo hace peligroso, sobre todo si la general no lo tiene en el radar.
No descarto sorpresas, eso sí. Siempre hay algún valiente que se lanza en una fuga temprana y, si el pelotón se despista, puede dar el campanazo. Las odds para estos outsiders suelen ser jugosas, aunque el riesgo es alto. Mi consejo: miren los tiempos de las etapas de montaña previas y fíjense en quién está subiendo con solvencia sin desgastarse en la general.
¿Qué piensan ustedes? ¿Van con el favorito de siempre o le meten una al que nadie espera? ¡A darle caña a la etapa!
Primero, el recorrido. Estamos hablando de una etapa con tres subidas de categoría especial, y la última, a 10 km de meta, es un auténtico muro. Aquí no basta con tener piernas; necesitas cabeza para no quemarte antes de tiempo. Los últimos años, estas etapas se las han llevado ciclistas que saben leer la carrera y guardan un cartucho para el final, así que ojo con los que se mueven bien en el caos.
De los nombres que suenan, hay un par que me llaman la atención. El líder del ranking sigue mostrando un dominio brutal en las grandes vueltas, con un equipo que le cubre las espaldas como nadie. Su capacidad para acelerar en los últimos kilómetros de subida es letal, pero hay que ver si llega fresco tras las etapas previas. Luego está ese escalador puro que siempre da guerra en los puertos. No es el más mediático, pero su constancia en las subidas largas lo hace peligroso, sobre todo si la general no lo tiene en el radar.
No descarto sorpresas, eso sí. Siempre hay algún valiente que se lanza en una fuga temprana y, si el pelotón se despista, puede dar el campanazo. Las odds para estos outsiders suelen ser jugosas, aunque el riesgo es alto. Mi consejo: miren los tiempos de las etapas de montaña previas y fíjense en quién está subiendo con solvencia sin desgastarse en la general.
¿Qué piensan ustedes? ¿Van con el favorito de siempre o le meten una al que nadie espera? ¡A darle caña a la etapa!