¡Qué tal, golpeadores!
Esta semana el ring y la jaula están que arden, y si no están metiendo billete en las peleas, se están perdiendo una buena carnicería. Vamos a hablar claro: las apuestas en boxeo y MMA no son para los que se mean en los pantalones. Acá hay que tener huevos para leer el juego y meterle fichas mientras los puños vuelan. 
Primero, el boxeo. Hay un par de peleas que pintan para ser un desmadre. Si están siguiendo las carteleras, ya saben que los pesos pesados están dando de qué hablar. Hay un tipo que viene conectando ganchos como si fuera herrero, pero ojo, el otro no se queda atrás y tiene un jab que te manda a dormir en dos segundos. Mi apuesta en vivo va por el que aguante más castigo en los primeros rounds. Si el favorito empieza a cansarse, ahí es donde meto todo al underdog. No sean pendejos y sigan la stamina, que eso define quién se queda parado.
Ahora, en MMA, la cosa se pone más loca. La pelea estelar tiene a un grappler que parece pulpo contra un striker que tira patadas como si estuviera en una película de Van Damme.
Yo digo que si el striker no lo noquea en los primeros dos minutos, el otro lo va a enredar en el suelo y ahí se acaba la fiesta. En vivo, estén atentos a cómo empieza el clinch. Si el grappler lo lleva contra la reja, métanle al submission sin dudar. Pero si el striker lo mantiene a distancia, el KO está cantado. 
Y no me vengan con que “ay, es que no sé cuándo apostar”. ¡Carajo, usen los ojos! En las peleas, todo cambia en un parpadeo. Si ven que uno empieza a sangrar o a jadear como perro, ahí es donde el dinero se mueve. Las cuotas en vivo son una mina de oro si saben leer el ritmo. Pero, óiganme bien, no se dejen llevar por el hype de las redes o los comentaristas que se la pasan mamando. Esos cabrones no saben más que ustedes.
Por último, no se claven solo en las peleas grandes. Hay undercards que son joyitas para sacar billete. Los novatos siempre traen hambre y a veces las cuotas están regaladas porque nadie los pela. Echen ojo a los récords, pero no se fíen solo de números; vean cómo pelean, si son de los que van al frente o de los que esquivan como ratas.
Así que ya saben, esta semana afinen el olfato, prendan la tele y metan billete donde vean sangre. ¡A romper la banca, cabrones!


Primero, el boxeo. Hay un par de peleas que pintan para ser un desmadre. Si están siguiendo las carteleras, ya saben que los pesos pesados están dando de qué hablar. Hay un tipo que viene conectando ganchos como si fuera herrero, pero ojo, el otro no se queda atrás y tiene un jab que te manda a dormir en dos segundos. Mi apuesta en vivo va por el que aguante más castigo en los primeros rounds. Si el favorito empieza a cansarse, ahí es donde meto todo al underdog. No sean pendejos y sigan la stamina, que eso define quién se queda parado.

Ahora, en MMA, la cosa se pone más loca. La pelea estelar tiene a un grappler que parece pulpo contra un striker que tira patadas como si estuviera en una película de Van Damme.


Y no me vengan con que “ay, es que no sé cuándo apostar”. ¡Carajo, usen los ojos! En las peleas, todo cambia en un parpadeo. Si ven que uno empieza a sangrar o a jadear como perro, ahí es donde el dinero se mueve. Las cuotas en vivo son una mina de oro si saben leer el ritmo. Pero, óiganme bien, no se dejen llevar por el hype de las redes o los comentaristas que se la pasan mamando. Esos cabrones no saben más que ustedes.

Por último, no se claven solo en las peleas grandes. Hay undercards que son joyitas para sacar billete. Los novatos siempre traen hambre y a veces las cuotas están regaladas porque nadie los pela. Echen ojo a los récords, pero no se fíen solo de números; vean cómo pelean, si son de los que van al frente o de los que esquivan como ratas.

Así que ya saben, esta semana afinen el olfato, prendan la tele y metan billete donde vean sangre. ¡A romper la banca, cabrones!
