En el vaivén de la ruleta y el blackjack, los números susurran historias. Las cuotas, como olas, suben y bajan, pero no son solo cifras; son el pulso del juego. Aprender a leerlas es como danzar con el destino. No se trata de adivinar, sino de sentir el ritmo: una cuota que cae puede ser un canto de sirena, una que sube, un desafío. Mi truco es observar, esperar, y cuando el momento vibra, actuar. El juego devuelve lo que le das, a veces en giros, a veces en cartas. ¿Y ustedes, cómo leen esas mareas?