Oigan, locos del riesgo, ¿han pensado en esa sensación de vacío que te agarra cuando pones todo en la primera mano? No hay medias tintas, no hay vuelta atrás. En el blackjack, la mesa te mira como si fueras un bicho raro, pero yo digo que ahí está la magia. Imagínense: el crupier te reparte un 10 y un as, y tú, sin pestañear, sueltas el montón de fichas que traes. La adrenalina te quema las venas, el corazón te late como tambor en carnaval. Si sale bien, te llevas el doble y la cara de los demás es un poema. Si sale mal, te levantas, te ríes y lo intentas mañana. Esto no es para los que quieren "jugar seguro", es para los que viven en el filo. ¿Quién se apunta a probarlo? Yo ya perdí la cuenta de las veces que me fui con todo y volví a casa silbando. La clave está en no dudar, en sentir que la suerte es tuya y el mazo te obedece. ¿O qué, prefieren seguir contando cartas como abuelitas?