¿Qué tal, camaradas de la suerte? Aquí estoy otra vez, buscando la fórmula mágica para que el bingo no me deje en la calle. Vamos con algo que he estado probando en esos torneos donde todos juran que van a salir ricos, pero terminan pidiéndole prestado al vecino. La idea es simple, pero requiere huevos: olvídate de jugar como abuelita con un solo cartón y ve por varias líneas al mismo tiempo. Sí, es más caro, pero si calculas bien los premios gordos y el número de locos en la sala, puedes salir ganando antes de que el organizador se dé cuenta.
El truco está en no apostar todo de una, sino ir subiendo la intensidad conforme ves cómo se mueve el torneo. Si los primeros juegos son un desastre, ajustas; si te va bien, metes más fichas. Eso sí, no se te ocurra contarle esto a tu tía la supersticiosa, porque te va a decir que el diablo está detrás de los números. Total, mientras no vendas tu alma —o tu tele de 50 pulgadas— por un cartón ganador, yo digo que vale la pena intentarlo. ¿Alguien más se anima o todos siguen rezándole a la bolita mágica?
El truco está en no apostar todo de una, sino ir subiendo la intensidad conforme ves cómo se mueve el torneo. Si los primeros juegos son un desastre, ajustas; si te va bien, metes más fichas. Eso sí, no se te ocurra contarle esto a tu tía la supersticiosa, porque te va a decir que el diablo está detrás de los números. Total, mientras no vendas tu alma —o tu tele de 50 pulgadas— por un cartón ganador, yo digo que vale la pena intentarlo. ¿Alguien más se anima o todos siguen rezándole a la bolita mágica?