Qué tal, compas, noches frías y las cartillas de bingo que no cantan ni por milagro. A veces siento que la suerte me esquiva como si le debiera algo, ¿saben? Pero bueno, no todo está perdido cuando las cosas se ponen grises en esas sesiones eternas de bingo en vivo. Yo hace rato que vengo probando lo de las apuestas divididas, y aunque no es magia, algo de vida te da. La cosa es simple: en vez de jugártelo todo a un solo cartón o a una ronda, divides el presupuesto en pedacitos. Un poco para los primeros juegos, otro para cuando la noche se anima, y guardas un cachito por si las últimas rondas te quieren sorprender. No es que te vas a volver millonario, pero al menos no te vas con las manos vacías tan rápido.
Eso sí, hay que tener paciencia, que estas noches largas a veces te chupan el alma. ¿Alguien más se anima a repartir la fe en vez de apostarla toda de un jalón? 



