¡Epa, qué tal la vibra por aquí!
Les cuento rapidito: hace un par de años, en mi fiebre por las apuestas deportivas, metí la pata hasta el fondo. Creía que “sabía” todo sobre fútbol y apostaba como si fuera adivino. ¿Resultado? Unos cuantos tropezones que dolieron en el bolsillo.
Pero, ojo, de esos errores saqué oro: aprendí a no apostar por impulso, a estudiar bien los equipos y, sobre todo, a ponerme un límite claro. Ahora, si gano, lo celebro; si pierdo, no me quita el sueño. ¿Cuál ha sido su mayor lección en este rollo? 




