Qué locura fue mi última apuesta en el hipódromo. Estaba siguiendo a este caballo, "Rayo Veloz", y algo me decía que iba a arrasar. Analicé su historial, el jockey, hasta el clima del día. Todo pintaba bien, pero igual el corazón me latía a mil cuando largaron. Ganó por un hocico y casi me desmayo de la emoción. Mi consejo: estudien las estadísticas, pero nunca subestimen ese presentimiento que te hace vibrar. Eso sí, siempre con cabeza, que una cosa es disfrutar la adrenalina y otra perder la camisa.