¡Qué locura fue esa etapa, amigos! Todo se definió en un sprint que te paraba el corazón, esos últimos kilómetros eran puro nervio. Los favoritos se jugaron el todo por el todo, y yo, con el alma en vilo, viendo si mi apuesta en el colombiano se iba a caer o a levantar como un cohete. Analicé los datos: el viento cruzado, las piernas frescas después de la montaña, y ese instinto que te dice quién tiene el fuego para rematar. Puse mis fichas en el joven sprinter que venía callado pero con hambre de victoria. ¡Y qué final! Cruzó la línea por un suspiro, y mi grito seguro se escuchó hasta la meta. Estas carreras son una montaña rusa, pero cuando aciertas, el subidón vale cada peso apostado. ¿Quién más se la jugó en ese cierre de infarto?