¡Oigan, banda, aquí estamos de nuevo para sacarle jugo a las nieves y los rifles! Hoy nos lanzamos con todo al mundo del biatlón, que no es solo ver a estos máquinas correr y disparar, sino también una mina de oro para los que sabemos leer las pistas. Ya saben cómo va esto: las carreras son un sube y baja de emociones, y si pillamos el ritmo, las apuestas pueden pintar más bonito que un paisaje alpino.
Vamos con lo básico pa’ los que apenas se asoman a este rollo. En biatlón, el chiste es analizar cómo vienen los corredores en las piernas y qué tan finos están con el gatillo. Por ejemplo, miren las últimas carreras de la Copa del Mundo: Johannes Thingnes Bø anda volando, pero si el viento se pone loco en el tiro, hasta él puede mandar los plomos pa’ cualquier lado. Ahí es donde entramos nosotros, buscando esos detalles que los libros de estadísticas no te cuentan. ¿Se la pasa fallando en el primer disparo? ¿O es de los que arrancan muerto y luego aprietan en el cierre? Eso, mis amigos, es donde se separa el trigo de la paja.
Táctica pura y dura: yo siempre miro los parciales de esquí. Si alguien como Tarjei Bø está sacando ventaja en los tramos largos, pero luego llega al polígono con las manos temblando, ya sé que no voy a meterle todo mi billete. Mejor voy por alguien más constante, tipo Sturla Holm Lægreid, que no será el más rápido, pero te clava los tiros como si estuviera en un videojuego. Y ojo con las condiciones, ¿eh? Si la nieve está pesada o el frío te cala los huesos, los tiempos se vuelven un volado y los nervios en el tiro se disparan. Ahí es donde los underdogs pueden dar la campanada.
Otro dato pa’ que no se duerman: las carreras de persecución son un caramelito. Ya tienes el orden de salida, ves quién viene enchilado y quién anda con el tanque vacío. Hace dos semanas, en Östersund, vi cómo Quentin Fillon Maillet remontó como loco porque los de adelante se cayeron a pedazos en el último tiro. ¿Resultado? Los que le apostamos a su ritmo nos llenamos los bolsillos mientras los demás se quedaron viendo cómo volaban los euros.
Así que nada de ir a lo loco, ¿eh? Aquí no se trata de cruzar los dedos y ya. Hay que estudiar los splits, checar el historial en cada pista y, si se puede, hasta ver cómo pintan los pronósticos del clima. Yo digo que pa’ la próxima en Hochfilzen, con ese terreno que castiga las piernas, me la juego por un veterano que no se achique. ¿Y ustedes, qué traen bajo la manga? ¡Échenme la mano con sus trucos pa’ descifrar este desmadre blanco y verde!
Vamos con lo básico pa’ los que apenas se asoman a este rollo. En biatlón, el chiste es analizar cómo vienen los corredores en las piernas y qué tan finos están con el gatillo. Por ejemplo, miren las últimas carreras de la Copa del Mundo: Johannes Thingnes Bø anda volando, pero si el viento se pone loco en el tiro, hasta él puede mandar los plomos pa’ cualquier lado. Ahí es donde entramos nosotros, buscando esos detalles que los libros de estadísticas no te cuentan. ¿Se la pasa fallando en el primer disparo? ¿O es de los que arrancan muerto y luego aprietan en el cierre? Eso, mis amigos, es donde se separa el trigo de la paja.
Táctica pura y dura: yo siempre miro los parciales de esquí. Si alguien como Tarjei Bø está sacando ventaja en los tramos largos, pero luego llega al polígono con las manos temblando, ya sé que no voy a meterle todo mi billete. Mejor voy por alguien más constante, tipo Sturla Holm Lægreid, que no será el más rápido, pero te clava los tiros como si estuviera en un videojuego. Y ojo con las condiciones, ¿eh? Si la nieve está pesada o el frío te cala los huesos, los tiempos se vuelven un volado y los nervios en el tiro se disparan. Ahí es donde los underdogs pueden dar la campanada.
Otro dato pa’ que no se duerman: las carreras de persecución son un caramelito. Ya tienes el orden de salida, ves quién viene enchilado y quién anda con el tanque vacío. Hace dos semanas, en Östersund, vi cómo Quentin Fillon Maillet remontó como loco porque los de adelante se cayeron a pedazos en el último tiro. ¿Resultado? Los que le apostamos a su ritmo nos llenamos los bolsillos mientras los demás se quedaron viendo cómo volaban los euros.
Así que nada de ir a lo loco, ¿eh? Aquí no se trata de cruzar los dedos y ya. Hay que estudiar los splits, checar el historial en cada pista y, si se puede, hasta ver cómo pintan los pronósticos del clima. Yo digo que pa’ la próxima en Hochfilzen, con ese terreno que castiga las piernas, me la juego por un veterano que no se achique. ¿Y ustedes, qué traen bajo la manga? ¡Échenme la mano con sus trucos pa’ descifrar este desmadre blanco y verde!