Anoche me metí de lleno a apostar en unas peleas que prometían mucho. No saludos ni rodeos, voy directo al grano. Estaba analizando un par de combates de MMA, uno con un striker puro contra un grappler de esos que no sueltan una vez que te agarran. El striker venía con un récord decente, buena pegada, pero su defensa en el suelo era un desastre. El otro, un tipo que no impresiona de pie, pero en el suelo es una máquina de sumisiones. La cuota estaba 2.10 para el grappler, y me tiré de cabeza con una apuesta fuerte. Primer round, el striker lo tuvo tambaleando con un par de golpes, pero en cuanto cayó al suelo, se acabó la historia: sumisión en menos de dos minutos. Gané sólido ahí.
Luego vino el segundo combate, un choque de estilos más parejo. Un kickboxer con experiencia contra un wrestler que había estado entrenando striking lately. Me la jugué por el kickboxer, cuota 1.85, porque pensé que su movilidad y precisión iban a mantenerlo fuera del alcance del wrestler. Grave error. El tipo absorbió un par de patadas, cerró la distancia y lo llevó al suelo como si nada. Segundo round, dominación total, y mi apuesta se fue al carajo. Todo lo que había ganado en la primera pelea, lo perdí ahí, y un poco más.
La lección de la noche: no subestimes a los que saben adaptarse. Analicé los estilos, revisé las peleas pasadas, pero me confié demasiado en las cuotas y en lo que veía en papel. Las peleas son impredecibles, y apostar es un sube y baja que te puede dejar con los bolsillos vacíos en un par de rounds. Así fue mi noche loca: gané rápido, perdí más rápido. A seguir estudiando los movimientos para la próxima.
Luego vino el segundo combate, un choque de estilos más parejo. Un kickboxer con experiencia contra un wrestler que había estado entrenando striking lately. Me la jugué por el kickboxer, cuota 1.85, porque pensé que su movilidad y precisión iban a mantenerlo fuera del alcance del wrestler. Grave error. El tipo absorbió un par de patadas, cerró la distancia y lo llevó al suelo como si nada. Segundo round, dominación total, y mi apuesta se fue al carajo. Todo lo que había ganado en la primera pelea, lo perdí ahí, y un poco más.
La lección de la noche: no subestimes a los que saben adaptarse. Analicé los estilos, revisé las peleas pasadas, pero me confié demasiado en las cuotas y en lo que veía en papel. Las peleas son impredecibles, y apostar es un sube y baja que te puede dejar con los bolsillos vacíos en un par de rounds. Así fue mi noche loca: gané rápido, perdí más rápido. A seguir estudiando los movimientos para la próxima.