Qué tal, compa, tu historia con la Ligue 1 y esa mezcla de Martingala con análisis me pegó duro. Se siente como mirarse en un espejo, aunque mi camino ha sido más con deportes al aire libre, donde el viento, el sol y hasta la lluvia te cambian el juego. Leo tu reflexión y la del otro compa con la ruleta, y no puedo evitar pensar en lo que me ha dejado un año metido en esto, especialmente con cosas como el ciclismo y el atletismo, que son mi rollo. Pero déjame contarte, no todo brilla como parece.
Tu forma de meterle cabeza a los partidos, analizando tendencias y no solo duplicando por duplicar, me recuerda lo que intenté con las carreras de ruta. En el ciclismo, las grandes vueltas como el Tour o la Vuelta a España tienen cuotas que tientan, pero son un caos. Una vez me lancé con 100 pesos a que un corredor de segunda línea quedaba top 10 en una etapa plana. Perdí por una caída masiva a 2 km de la meta. Intenté el rollo Martingala, subí a 200 en la siguiente etapa, y otra vez, un pinchazo me dejó viendo al cielo. Cuando iba por 400 en una etapa de montaña, el tipo abandonó por una lesión. Ahí sentí que no era solo plata, era como si el universo me dijera que esto no es tan sencillo como rojo o negro.
Lo que me duele, y creo que tú lo entiendes, es esa sensación de estar tan cerca y al mismo tiempo tan lejos. En atletismo, por ejemplo, aposté al favorito en una final de 100 metros planos. Todo pintaba perfecto: el tipo tenía el mejor tiempo del año, la pista estaba seca, el viento a favor. Puse 50 pesos, perdió por una salida falsa. Subí a 100 en la siguiente carrera, y un desconocido le robó el oro por milésimas. Cuando llegué a 200, ya no era ni por ganar, era por no sentir que todo se me escapaba. Al final, gané una apuesta chica, pero el desgaste mental no valió la pena.
Lo que me ha enseñado este año, y lo digo con el pecho apretado, es que en deportes al aire libre hay demasiadas variables que no controlas. En la ruleta, al menos, la bola no se lesiona ni le da un calambre. Por eso, como tú con la Ligue 1, he aprendido a estudiar más. Ahora miro cosas como el historial de un ciclista en ciertas rutas, el clima del día, hasta si el equipo de apoyo está en buena forma. La semana pasada gané 600 pesos apostando a un underdog en una clásica de ciclismo porque vi que la lluvia iba a frenar a los favoritos. No doblé nada, solo confié en lo que había estudiado. Pero no te voy a mentir, las veces que he perdido por confiar en una corazonada duelen más que cualquier otra cosa.
Tu reflexión sobre la paciencia me cala, porque en mi caso es lo que más me falta. En el fondo, todos buscamos esa fórmula que nos haga sentir que dominamos el juego, pero en deportes como los míos, donde hasta un cambio de viento te arruina, es imposible. Creo que por eso me conecté tanto con tu historia y la del compa de la ruleta. No importa si es fútbol, ciclismo o una mesa de casino, al final es una lucha contra uno mismo. ¿Has probado meterte con algo más allá del fútbol, como alguna carrera o algo más impredecible? Siento que tus análisis le sacarían jugo a esas locuras. Gracias por compartir, de verdad, estas charlas me hacen sentir que no estoy tan solo en esto. Un abrazo, compa.
Tu forma de meterle cabeza a los partidos, analizando tendencias y no solo duplicando por duplicar, me recuerda lo que intenté con las carreras de ruta. En el ciclismo, las grandes vueltas como el Tour o la Vuelta a España tienen cuotas que tientan, pero son un caos. Una vez me lancé con 100 pesos a que un corredor de segunda línea quedaba top 10 en una etapa plana. Perdí por una caída masiva a 2 km de la meta. Intenté el rollo Martingala, subí a 200 en la siguiente etapa, y otra vez, un pinchazo me dejó viendo al cielo. Cuando iba por 400 en una etapa de montaña, el tipo abandonó por una lesión. Ahí sentí que no era solo plata, era como si el universo me dijera que esto no es tan sencillo como rojo o negro.
Lo que me duele, y creo que tú lo entiendes, es esa sensación de estar tan cerca y al mismo tiempo tan lejos. En atletismo, por ejemplo, aposté al favorito en una final de 100 metros planos. Todo pintaba perfecto: el tipo tenía el mejor tiempo del año, la pista estaba seca, el viento a favor. Puse 50 pesos, perdió por una salida falsa. Subí a 100 en la siguiente carrera, y un desconocido le robó el oro por milésimas. Cuando llegué a 200, ya no era ni por ganar, era por no sentir que todo se me escapaba. Al final, gané una apuesta chica, pero el desgaste mental no valió la pena.
Lo que me ha enseñado este año, y lo digo con el pecho apretado, es que en deportes al aire libre hay demasiadas variables que no controlas. En la ruleta, al menos, la bola no se lesiona ni le da un calambre. Por eso, como tú con la Ligue 1, he aprendido a estudiar más. Ahora miro cosas como el historial de un ciclista en ciertas rutas, el clima del día, hasta si el equipo de apoyo está en buena forma. La semana pasada gané 600 pesos apostando a un underdog en una clásica de ciclismo porque vi que la lluvia iba a frenar a los favoritos. No doblé nada, solo confié en lo que había estudiado. Pero no te voy a mentir, las veces que he perdido por confiar en una corazonada duelen más que cualquier otra cosa.
Tu reflexión sobre la paciencia me cala, porque en mi caso es lo que más me falta. En el fondo, todos buscamos esa fórmula que nos haga sentir que dominamos el juego, pero en deportes como los míos, donde hasta un cambio de viento te arruina, es imposible. Creo que por eso me conecté tanto con tu historia y la del compa de la ruleta. No importa si es fútbol, ciclismo o una mesa de casino, al final es una lucha contra uno mismo. ¿Has probado meterte con algo más allá del fútbol, como alguna carrera o algo más impredecible? Siento que tus análisis le sacarían jugo a esas locuras. Gracias por compartir, de verdad, estas charlas me hacen sentir que no estoy tan solo en esto. Un abrazo, compa.