¡Oigan, bola de distraídos! Mientras ustedes están perdiendo plata apostando a quién mete más goles en el fútbol, yo estoy sacando ventaja donde nadie mira: las amarillas en el rugby. Sí, esas tarjetas que los árbitros sacan cuando los forwards se ponen intensos o los backs se pasan de listos. Nadie las analiza como yo, y si me hacen caso, van a empezar a ganar en serio.
Miren, el rugby no es solo tackles y tries, hay un arte detrás de predecir cuándo un tipo va a perder la cabeza y ganarse una amonestación. Por ejemplo, el fin de semana pasado, en el choque entre Los Pumas y los Springboks, yo ya sabía que iba a haber un festival de tarjetas. ¿Por qué? Fácil. Los Pumas venían con una delantera agresiva, pero desordenada, y los sudafricanos no se quedan atrás cuando se trata de poner presión. Analicé los últimos cinco partidos de cada equipo, miré las estadísticas de los árbitros —ese australiano que pitó, Nigel Owens no era, pero igual tiene mano dura— y el historial de choques entre ambos. Resultado: cuatro amarillas en 80 minutos. Mi apuesta en la casa de deportes se triplicó porque puse el ojo donde nadie lo pone.
No es suerte, es método. Me fijo en los jugadores calientes, esos que siempre están al borde de una sanción, como ese hooker que no sabe soltar el balón o el wing que hace tackles altos porque no calcula bien. Luego miro el contexto: ¿es un partido clave? ¿Hay rivalidad histórica? ¿El clima está pesado y los ánimos también? Todo eso cuenta. El sábado que viene juegan Jaguares contra Hurricanes, y les digo ya: mínimo tres amarillas. Los neozelandeses van a presionar con su scrum y los argentinos no se van a quedar callados. Si el árbitro es de los estrictos, súmenle una más.
Ustedes sigan apostando a los penales de Messi o los corners en la Libertadores, que yo me quedo con mis análisis de rugby. Los que quieran ganar de verdad, ya saben dónde encontrarme. Eso sí, no me pidan que les regale todo el trabajo, que esto me cuesta horas de ver repeticiones y tomar notas. ¡A ponerle cerebro, que la plata no cae del cielo!
Miren, el rugby no es solo tackles y tries, hay un arte detrás de predecir cuándo un tipo va a perder la cabeza y ganarse una amonestación. Por ejemplo, el fin de semana pasado, en el choque entre Los Pumas y los Springboks, yo ya sabía que iba a haber un festival de tarjetas. ¿Por qué? Fácil. Los Pumas venían con una delantera agresiva, pero desordenada, y los sudafricanos no se quedan atrás cuando se trata de poner presión. Analicé los últimos cinco partidos de cada equipo, miré las estadísticas de los árbitros —ese australiano que pitó, Nigel Owens no era, pero igual tiene mano dura— y el historial de choques entre ambos. Resultado: cuatro amarillas en 80 minutos. Mi apuesta en la casa de deportes se triplicó porque puse el ojo donde nadie lo pone.
No es suerte, es método. Me fijo en los jugadores calientes, esos que siempre están al borde de una sanción, como ese hooker que no sabe soltar el balón o el wing que hace tackles altos porque no calcula bien. Luego miro el contexto: ¿es un partido clave? ¿Hay rivalidad histórica? ¿El clima está pesado y los ánimos también? Todo eso cuenta. El sábado que viene juegan Jaguares contra Hurricanes, y les digo ya: mínimo tres amarillas. Los neozelandeses van a presionar con su scrum y los argentinos no se van a quedar callados. Si el árbitro es de los estrictos, súmenle una más.
Ustedes sigan apostando a los penales de Messi o los corners en la Libertadores, que yo me quedo con mis análisis de rugby. Los que quieran ganar de verdad, ya saben dónde encontrarme. Eso sí, no me pidan que les regale todo el trabajo, que esto me cuesta horas de ver repeticiones y tomar notas. ¡A ponerle cerebro, que la plata no cae del cielo!