Oigan, banda, ¿ya vieron cómo está el desmadre en los playoffs de la NHL? Aquí no hay VAR ni árbitros que se hagan los ciegos, pero igual se pone cardiaco. Yo soy de esos que se la juega por el equipo que nadie pela, ese que entra de milagro y que todos dicen “nah, estos no pasan ni la primera ronda”. Pero ojo, apostarle al underdog no es nomás tirar el dinero a lo pendejo, hay que tenerle tantita fe y un buen ojo pa’ las stats.
Mira, ahorita estoy siguiendo a un equipo que parece que va a dar la sorpresa, pero no les voy a decir cuál pa’ no gafarlos. Lo que sí les digo es mi movida: primero, checo cómo les ha ido en los últimos juegos de temporada regular contra los grandes. Si les sacaron хотя бы un empate o una victoria sufrida, ya me pinta que tienen agallas. Luego, miro a los goalies, porque en playoffs un portero en modo dios puede cargar al equipo en la espalda aunque los demás estén patinando como borrachos.
La neta, mi estrategia es mezclar tripas con cabeza. No nomás apuesto al que “siento” que va a ganar, porque luego me traiciona el corazón y acabo comiendo tortillas secas todo el mes. Pongo un límite, digamos un 20% de mi lana pa’ jugármela con el milagro, y el resto lo guardo pa’ los favoritos, pa’ no quedar en ceros si la cosa se tuerce. Y claro, siempre ando cazando esas cuotas locas que te dan cuando nadie cree en el equipo. Si sale, te forras; si no, pues ya tienes anécdota pa’ la peda.
El chiste es no apostar todo a que el débil le pega al fuerte, porque esto no es película de Disney. Pero si le atinas a un par de resultados improbables, te sientes como el Maldini del hockey. ¿Y ustedes qué? ¿Le entran a los underdogs o nomás se van por los que ya tienen medio pie en la final? Cuéntenme sus trucos, que aquí entre latinos nos echamos la mano. Eso sí, si ganan lana con mi consejo, mínimo invitan las chelas.
Mira, ahorita estoy siguiendo a un equipo que parece que va a dar la sorpresa, pero no les voy a decir cuál pa’ no gafarlos. Lo que sí les digo es mi movida: primero, checo cómo les ha ido en los últimos juegos de temporada regular contra los grandes. Si les sacaron хотя бы un empate o una victoria sufrida, ya me pinta que tienen agallas. Luego, miro a los goalies, porque en playoffs un portero en modo dios puede cargar al equipo en la espalda aunque los demás estén patinando como borrachos.
La neta, mi estrategia es mezclar tripas con cabeza. No nomás apuesto al que “siento” que va a ganar, porque luego me traiciona el corazón y acabo comiendo tortillas secas todo el mes. Pongo un límite, digamos un 20% de mi lana pa’ jugármela con el milagro, y el resto lo guardo pa’ los favoritos, pa’ no quedar en ceros si la cosa se tuerce. Y claro, siempre ando cazando esas cuotas locas que te dan cuando nadie cree en el equipo. Si sale, te forras; si no, pues ya tienes anécdota pa’ la peda.
El chiste es no apostar todo a que el débil le pega al fuerte, porque esto no es película de Disney. Pero si le atinas a un par de resultados improbables, te sientes como el Maldini del hockey. ¿Y ustedes qué? ¿Le entran a los underdogs o nomás se van por los que ya tienen medio pie en la final? Cuéntenme sus trucos, que aquí entre latinos nos echamos la mano. Eso sí, si ganan lana con mi consejo, mínimo invitan las chelas.