Qué locura, amigos, todavía no me recupero de lo que pasó en ese torneo de Counter-Strike 2. Aposté en el último Major porque venía siguiendo a los equipos desde las clasificatorias, y déjenme contarles cómo todo se dio vuelta en un abrir y cerrar de ojos.
Estudié a fondo los rosters. Team Spirit estaba intratable, con una racha de victorias que los hacía favoritos en las casas de apuestas. Su juego en equipo era sólido, y su IGL venía tomando decisiones impecables. Por otro lado, FaZe Clan tenía altibajos, pero con jugadores como ropz y broky, sabías que en cualquier momento podían dar el golpe. Mi plan era claro: Spirit ganaría el torneo, pero FaZe podía sorprender en mapas específicos, así que puse una apuesta combinada. Spirit campeón a cuota 2.10 y FaZe ganando al menos un mapa en la final a 1.75. Todo pintaba bien.
Las fases de grupos fueron como esperaba. Spirit aplastó, aunque tuvieron un susto contra G2, que jugó un partido épico en Mirage. FaZe avanzó con algunos tropiezos, pero en playoffs se transformaron. Llegaron a la final contra Spirit, y ahí empezó el caos. El primer mapa, Nuke, fue una masacre de FaZe. ropz estaba en otro nivel, con un clutch 1v3 que me hizo dudar de todo lo que había analizado. Spirit respondió en Inferno, pero el tercer mapa, Ancient, fue una montaña rusa. Spirit iba ganando 14-10, y de repente FaZe remontó con una estrategia absurda que nadie vio venir: un rush B sin utilidad que descolocó a todos.
Al final, FaZe ganó el torneo a cuota 4.50. Mi apuesta combinada se fue al carajo porque Spirit no levantó el trofeo, pero la ganancia de FaZe en los mapas me salvó de quedar en cero. Lo que me dejó boquiabierto fue cómo subestimé el factor sorpresa en los eSports. Analicé estadísticas, VODs, todo, pero en un Major, un solo jugador inspirado puede dar vuelta cualquier pronóstico.
Moraleja: nunca des nada por sentado en los torneos grandes. Ahora estoy revisando el próximo evento de Dota 2, pero con más humildad. ¿A alguien más le pasó algo así con una apuesta que parecía segura?
Estudié a fondo los rosters. Team Spirit estaba intratable, con una racha de victorias que los hacía favoritos en las casas de apuestas. Su juego en equipo era sólido, y su IGL venía tomando decisiones impecables. Por otro lado, FaZe Clan tenía altibajos, pero con jugadores como ropz y broky, sabías que en cualquier momento podían dar el golpe. Mi plan era claro: Spirit ganaría el torneo, pero FaZe podía sorprender en mapas específicos, así que puse una apuesta combinada. Spirit campeón a cuota 2.10 y FaZe ganando al menos un mapa en la final a 1.75. Todo pintaba bien.
Las fases de grupos fueron como esperaba. Spirit aplastó, aunque tuvieron un susto contra G2, que jugó un partido épico en Mirage. FaZe avanzó con algunos tropiezos, pero en playoffs se transformaron. Llegaron a la final contra Spirit, y ahí empezó el caos. El primer mapa, Nuke, fue una masacre de FaZe. ropz estaba en otro nivel, con un clutch 1v3 que me hizo dudar de todo lo que había analizado. Spirit respondió en Inferno, pero el tercer mapa, Ancient, fue una montaña rusa. Spirit iba ganando 14-10, y de repente FaZe remontó con una estrategia absurda que nadie vio venir: un rush B sin utilidad que descolocó a todos.
Al final, FaZe ganó el torneo a cuota 4.50. Mi apuesta combinada se fue al carajo porque Spirit no levantó el trofeo, pero la ganancia de FaZe en los mapas me salvó de quedar en cero. Lo que me dejó boquiabierto fue cómo subestimé el factor sorpresa en los eSports. Analicé estadísticas, VODs, todo, pero en un Major, un solo jugador inspirado puede dar vuelta cualquier pronóstico.
Moraleja: nunca des nada por sentado en los torneos grandes. Ahora estoy revisando el próximo evento de Dota 2, pero con más humildad. ¿A alguien más le pasó algo así con una apuesta que parecía segura?