Oigan, ¿alguien más está en shock después de lo que pasó en las apuestas de los Juegos Olímpicos? Yo todavía no me recupero de lo que vi. Estaba siguiendo los eventos de atletismo y natación, tenía todo bien planeado, o eso creía. Puse una lana fuerte en un par de favoritos que parecían seguros, pero de repente, pum, un desconocido se llevó el oro y mi apuesta se fue al carajo. No es solo el dinero, es esa sensación de que te agarraron desprevenido, como si el universo te diera una cachetada.
Desde mi lado como alguien que analiza riesgos, les cuento cómo le hago para no perderlo todo cuando estas cosas pasan, porque, seamos sinceros, en las apuestas siempre hay un chance de que te salga el tiro por la culata. Lo primero que hago es no poner todos los huevos en la misma canasta. Sí, los favoritos pagan menos, pero mezclar con apuestas más arriesgadas en cantidades pequeñas te da un colchón. Por ejemplo, en los Olímpicos, puse un 70% en los que "seguro" ganaban y un 30% en unos underdogs, pero ni así me salvé esta vez.
Otra cosa que me ha funcionado es fijarme un límite duro. Antes de empezar, decido cuánto estoy dispuesto a perder y no paso de ahí, aunque me muera de ganas de recuperar lo que ya se fue. En este caso, después de la debacle, me quedé con las manos vacías porque no seguí mi propia regla y fui por una apuesta loca para "arreglar" el daño. Error de novato, lo sé.
También hay que estudiar bien las tendencias, pero no solo las estadísticas frías. En los Juegos Olímpicos, el clima, las lesiones de última hora o hasta el ánimo de los atletas pueden cambiar todo. Yo pensé que tenía el control porque vi los tiempos de las eliminatorias, pero no conté con que un nadador se iba a despertar inspirado y arruinar mi plan.
Por último, algo que siempre recomiendo: no apuesten con el corazón. Si te gusta un atleta o un equipo porque es de tu país o porque te cae bien, separa eso del análisis. Yo caí en esa trampa con un corredor que me emocionó en las preliminares, y mira cómo terminé.
Esto de las apuestas es una montaña rusa, y los Olímpicos me lo recordaron de la peor manera. ¿Alguien más la cagó así o solo yo estoy en este hoyo? Si tienen trucos para no salir trasquilados, compartan, porque después de esto necesito replantearme todo.
Desde mi lado como alguien que analiza riesgos, les cuento cómo le hago para no perderlo todo cuando estas cosas pasan, porque, seamos sinceros, en las apuestas siempre hay un chance de que te salga el tiro por la culata. Lo primero que hago es no poner todos los huevos en la misma canasta. Sí, los favoritos pagan menos, pero mezclar con apuestas más arriesgadas en cantidades pequeñas te da un colchón. Por ejemplo, en los Olímpicos, puse un 70% en los que "seguro" ganaban y un 30% en unos underdogs, pero ni así me salvé esta vez.
Otra cosa que me ha funcionado es fijarme un límite duro. Antes de empezar, decido cuánto estoy dispuesto a perder y no paso de ahí, aunque me muera de ganas de recuperar lo que ya se fue. En este caso, después de la debacle, me quedé con las manos vacías porque no seguí mi propia regla y fui por una apuesta loca para "arreglar" el daño. Error de novato, lo sé.
También hay que estudiar bien las tendencias, pero no solo las estadísticas frías. En los Juegos Olímpicos, el clima, las lesiones de última hora o hasta el ánimo de los atletas pueden cambiar todo. Yo pensé que tenía el control porque vi los tiempos de las eliminatorias, pero no conté con que un nadador se iba a despertar inspirado y arruinar mi plan.
Por último, algo que siempre recomiendo: no apuesten con el corazón. Si te gusta un atleta o un equipo porque es de tu país o porque te cae bien, separa eso del análisis. Yo caí en esa trampa con un corredor que me emocionó en las preliminares, y mira cómo terminé.
Esto de las apuestas es una montaña rusa, y los Olímpicos me lo recordaron de la peor manera. ¿Alguien más la cagó así o solo yo estoy en este hoyo? Si tienen trucos para no salir trasquilados, compartan, porque después de esto necesito replantearme todo.