Qué onda, banda, otra vez me pasó lo mismo. Estaba tan seguro de que esta vez lo tenía controlado, pero el último cuarto del cyberbasquetbol me destrozó. Empecé bien, analizando los equipos virtuales, mirando las estadísticas de los jugadores generados, sus rachas, todo eso que uno cree que importa en estas ligas digitales. Puse mi dinero en un partido que pintaba parejo, con un equipo que venía dominando los tableros en los primeros tres cuartos. La ventaja era sólida, pensé que no había manera de que lo echaran a perder.
Pero luego, como siempre, el caos. Los bots se volvieron locos, empezaron a encestar triples desde cualquier lado como si fueran robots programados para darme en la madre. La defensa que tan bien había funcionado se desplomó, y el equipo contrario remontó en los últimos minutos. Perdí todo lo que había apostado, y eso que esta vez juré que iba a ser más cuidadoso. No sé si es mala suerte o si de plano no le estoy atinando al ritmo de estos partidos virtuales.
A veces pienso que el cyberbasquetbol es más impredecible que la NBA de verdad. En los partidos reales al menos puedes leer el lenguaje corporal, el cansancio, las rotaciones del entrenador. Aquí todo depende de algoritmos y de un montón de variables que no termino de descifrar. ¿Alguien más ha tenido estas rachas negras? Porque ya no sé si seguir intentándolo o dejarlo por la paz. Necesito un respiro, pero al mismo tiempo no quiero rendirme tan fácil. Qué maldita mala pata.
Pero luego, como siempre, el caos. Los bots se volvieron locos, empezaron a encestar triples desde cualquier lado como si fueran robots programados para darme en la madre. La defensa que tan bien había funcionado se desplomó, y el equipo contrario remontó en los últimos minutos. Perdí todo lo que había apostado, y eso que esta vez juré que iba a ser más cuidadoso. No sé si es mala suerte o si de plano no le estoy atinando al ritmo de estos partidos virtuales.
A veces pienso que el cyberbasquetbol es más impredecible que la NBA de verdad. En los partidos reales al menos puedes leer el lenguaje corporal, el cansancio, las rotaciones del entrenador. Aquí todo depende de algoritmos y de un montón de variables que no termino de descifrar. ¿Alguien más ha tenido estas rachas negras? Porque ya no sé si seguir intentándolo o dejarlo por la paz. Necesito un respiro, pero al mismo tiempo no quiero rendirme tan fácil. Qué maldita mala pata.