Qué tal, gente. Les cuento rápido: armé un parlay de hockey con tres partidos, todo parecía seguro. Aposté fuerte, confiado en mi esquema de siempre. Pero en el último juego, un gol en los últimos segundos me hundió. Perdí todo lo que había juntado en semanas. Estas apuestas rápidas te suben la adrenalina, pero cuando fallan, el golpe es duro. No sé si seguir con esto o tomarme un respiro.