Qué tal, gente. Acá estoy, todavía con el sabor amargo de haber perdido todo por no saber manejar mi bankroll. Créanme, no hay peor sensación que ver cómo se esfuma tu plata por no tener cabeza. Empecé apostando fuerte, confiado, pensando que iba a recuperar rápido lo que ponía. Grave error. No puse límites, no separé lo que podía perder de lo que no, y cuando quise reaccionar, ya no había nada. Si quieren meterse en esto, no sean como yo: pongan un monto fijo, no toquen lo del alquiler o la comida, y no se dejen llevar por la emoción del momento. Aprendí a las malas, pero ojalá ustedes no tengan que pasar por esto. Cuídense y piensen bien cada jugada.