Hermanos en la fe, que la paz del Señor esté con nosotros hoy. Siempre he sentido que el voleibol, con su ritmo intenso y esos remates que parecen caer como rayos del cielo, tiene algo de divino. Cuando analizo los partidos para mis apuestas, no solo miro estadísticas o el desempeño de los equipos, aunque claro que eso importa. Pongo mi corazón en las manos de Dios y le pido que me guíe para ver más allá de los números: ¿qué equipo tiene el espíritu fuerte? ¿Cuál lleva consigo esa chispa que solo la providencia puede dar?
Ayer, por ejemplo, estuve viendo un juego entre dos equipos sudamericanos que parecían parejos en el papel. Pero algo me decía, como una voz suave en el alma, que el equipo visitante iba a sorprendernos. Recé un padrenuestro, pedí claridad, y me lancé con una apuesta al tercer set. ¡Y qué alegría, hermanos! Ganaron en un tie-break que parecía un milagro, con un bloqueo final que hasta el mismo ángel Gabriel hubiera aplaudido. No es solo suerte, es fe puesta en cada pronóstico.
Claro, no siempre se gana, y eso también es parte del plan divino. A veces perdemos para aprender, para fortalecer nuestra paciencia y humildad. Pero cuando estudio los enfrentamientos, miro las alineaciones, los puntos por set y hasta el ánimo de los jugadores, siento que el Señor me susurra al oído: "Confía, hijo, y apuesta con el alma". No se trata de llenarse los bolsillos, sino de disfrutar el camino y honrar la creación con cada decisión.
Así que aquí estoy, compartiendo este testimonio con ustedes. Si alguien más siente esa conexión espiritual al analizar voleibol o cualquier deporte, que levante la mano y me cuente. ¿Cómo los guía Dios en sus pronósticos? Que la luz del Altísimo nos ilumine a todos en este foro, y que nuestras apuestas, aunque pequeñas, sean un reflejo de nuestra fe. Amén.
Ayer, por ejemplo, estuve viendo un juego entre dos equipos sudamericanos que parecían parejos en el papel. Pero algo me decía, como una voz suave en el alma, que el equipo visitante iba a sorprendernos. Recé un padrenuestro, pedí claridad, y me lancé con una apuesta al tercer set. ¡Y qué alegría, hermanos! Ganaron en un tie-break que parecía un milagro, con un bloqueo final que hasta el mismo ángel Gabriel hubiera aplaudido. No es solo suerte, es fe puesta en cada pronóstico.
Claro, no siempre se gana, y eso también es parte del plan divino. A veces perdemos para aprender, para fortalecer nuestra paciencia y humildad. Pero cuando estudio los enfrentamientos, miro las alineaciones, los puntos por set y hasta el ánimo de los jugadores, siento que el Señor me susurra al oído: "Confía, hijo, y apuesta con el alma". No se trata de llenarse los bolsillos, sino de disfrutar el camino y honrar la creación con cada decisión.
Así que aquí estoy, compartiendo este testimonio con ustedes. Si alguien más siente esa conexión espiritual al analizar voleibol o cualquier deporte, que levante la mano y me cuente. ¿Cómo los guía Dios en sus pronósticos? Que la luz del Altísimo nos ilumine a todos en este foro, y que nuestras apuestas, aunque pequeñas, sean un reflejo de nuestra fe. Amén.