Oigan, ¿se han puesto a pensar que las apuestas deportivas son como un ajedrez, pero con las piezas medio borrachas y el tablero girando? No es solo cuestión de mover el peón y esperar que el rey no se caiga. Aquí las jugadas ganadoras no están en manuales polvorientos, sino en mirar cómo se tambalea el juego. Yo les digo, la clave está en oler el momento: estadísticas, sí, pero también ese instinto raro que te dice cuándo el alfil está a punto de tropezar.
Ayer, por ejemplo, vi un partido que parecía perdido, pero el equipo chico empezó a correr como si supieran algo que los números no contaban. Ahí metí mi ficha, contra todo pronóstico lógico, y zas, el jaque mate salió de la nada. No es magia, es leer el desorden. Si quieren, les paso un par de trucos raros que he ido puliendo: no garantizo millones, pero sí que el tablero deje de marearlos. ¿Qué dicen, se animan a mover las piezas así o prefieren seguir mirando el reloj?
Ayer, por ejemplo, vi un partido que parecía perdido, pero el equipo chico empezó a correr como si supieran algo que los números no contaban. Ahí metí mi ficha, contra todo pronóstico lógico, y zas, el jaque mate salió de la nada. No es magia, es leer el desorden. Si quieren, les paso un par de trucos raros que he ido puliendo: no garantizo millones, pero sí que el tablero deje de marearlos. ¿Qué dicen, se animan a mover las piezas así o prefieren seguir mirando el reloj?