¡Oigan, agárrense! En un arranque de locura, tiré todo el bankroll a que el portero de un equipo desconocido metía un gol en un partido de hockey. Sí, leyeron bien, ¡el portero! La cosa pintaba mal, pero en el último segundo, el tipo se manda una jugada épica y... ¡pum! Golazo. Mi grito se escuchó hasta en la luna. ¿Quién más se ha mandado una apuesta así de loca?