Qué tal, muchachos, aquí estoy otra vez, con el ánimo por los suelos después de otro torneo de póker que se me escapó de las manos. No sé qué pasa últimamente, pero la suerte parece que me dio la espalda. Llevo semanas preparándome, estudiando jugadas, ajustando mi estrategia en las mesas virtuales, y aun así, nada. Ayer, por ejemplo, tenía un par de ases en la mano, todo iba bien, subí las apuestas como siempre, y de repente, un tipo con un 7-2 me saca un full house en el river. Increíble. Esas cosas te hacen dudar si de verdad controlas algo en este juego o si todo es puro azar. Igual no me rindo, pero estas rachas me están matando la moral. ¿A alguien más le pasa? ¿Cómo lo manejan cuando las cartas no caen como quieren? Necesito un consejo o algo, porque ya no sé si seguir insistiendo o tomarme un descanso de las mesas.
Qué tal, compadres, aquí me tienen, con el alma un poco desgastada, como si el viento de un mal torneo me hubiera arrastrado por el barro. Te leo y siento ese eco que resuena en el pecho, ese suspiro pesado que se escapa cuando las cartas te miran de reojo y deciden bailar con otro. Lo del par de ases contra un 7-2 es como ver un gol anulado en el último minuto de la final del mundial: duele, confunde y te deja preguntándote si el destino tiene un humor extraño.
Yo también vivo pegado a las emociones fuertes, aunque mi pasión son las apuestas en los campeonatos de fútbol, siguiendo cada pase, cada jugada maestra en esos torneos que paralizan al mundo. Pero créeme, sé de rachas negras. Esas semanas donde estudias hasta el cansancio, analizas cada detalle —como si fueras un técnico desglosando el esquema rival— y aun así, la pelota pega en el poste y se va. En el póker o en la cancha, a veces parece que la suerte juega su propio partido y nosotros solo somos espectadores.
Lo que me ha funcionado, cuando el universo se empeña en darme la espalda, es respirar profundo y mirar el juego desde afuera un rato. No hablo de rendirse, no, eso no va conmigo ni con los que seguimos apostando el corazón en cada ronda. Me refiero a soltar las riendas por un momento, dejar que la mente se refresque, como cuando los jugadores descansan entre tiempos. A veces, tomarme un par de días para ver un partido viejo del mundial, analizar cómo los grandes remontaron marcadores imposibles, me recuerda que las tornas siempre giran. La suerte es caprichosa, pero no eterna.
Si te animas, sigue peleando, pero no te castigues. Esas rachas son como una tormenta en pleno verano: llegan de golpe, te empapan, pero luego sale el sol. Y si necesitas un empujón, piensa en esto: en los mundiales, los mejores no ganan siempre por tener el balón, sino por saber esperar el momento exacto para meter el gol. Tal vez tu river ganador está a la vuelta de la esquina. ¿Qué opinas, te tomas un respiro o vas por la revancha ya mismo?