Qué tal, compas, hoy vengo con una historia que mezcla mi locura por el ciclismo y un golpe de suerte en el casino que todavía no me creo. Resulta que hace unas semanas estaba siguiendo el Tour, analizando cada etapa como si fuera detective, mirando las subidas, el viento, las piernas de los corredores, todo. Hice mi apuesta loca: un podio exacto con Roglič, Pogacar y un outsider que nadie veía venir, Carapaz. La cosa es que después de la etapa reina, cuando vi que el trio cruzó la meta justo como lo había soñado, casi me caigo de la silla. Gané una lana decente con esa apuesta, pero la historia no termina ahí.
Con las ganancias en la mano, me dije: "Vamos a probar suerte en el casino, a ver si el día sigue siendo mágico". Llegué al lugar, me senté en una mesa de blackjack porque, bueno, me gusta ese rollo de contar cartas y sentirme un poco como en las películas. Empecé tranqui, apostando poquito, pero las cartas venían como si alguien allá arriba estuviera barajando a mi favor. Gané tres manos seguidas y ya me sentía el rey del mundo. Luego pasé a la ruleta, porque después de acertar un podio del Tour, ¿qué tan difícil podía ser acertar un número? Puse algo en el 23, por la etapa 23 que me había hecho ganar con las bicis, y bam, cayó. No me hice millonario, pero saqué lo suficiente para pagar unas buenas vacaciones.
Lo chistoso es que mientras estaba ahí, con las fichas en la mano, no dejaba de pensar en las cuestas del Tour y en cómo Carapaz se había colado en ese podio. Creo que mi cabeza seguía pedaleando mientras las fichas se apilaban. Al final, me fui con una sonrisa de oreja a oreja, un par de tragos gratis del casino y la idea de que, a veces, la suerte del ciclismo se pasa a las mesas. Ahora estoy pensando en qué carrera seguir para la próxima: ¿Vuelta a España o Giro? Si alguien quiere un pronóstico, avisen, que estoy en racha.
Con las ganancias en la mano, me dije: "Vamos a probar suerte en el casino, a ver si el día sigue siendo mágico". Llegué al lugar, me senté en una mesa de blackjack porque, bueno, me gusta ese rollo de contar cartas y sentirme un poco como en las películas. Empecé tranqui, apostando poquito, pero las cartas venían como si alguien allá arriba estuviera barajando a mi favor. Gané tres manos seguidas y ya me sentía el rey del mundo. Luego pasé a la ruleta, porque después de acertar un podio del Tour, ¿qué tan difícil podía ser acertar un número? Puse algo en el 23, por la etapa 23 que me había hecho ganar con las bicis, y bam, cayó. No me hice millonario, pero saqué lo suficiente para pagar unas buenas vacaciones.
Lo chistoso es que mientras estaba ahí, con las fichas en la mano, no dejaba de pensar en las cuestas del Tour y en cómo Carapaz se había colado en ese podio. Creo que mi cabeza seguía pedaleando mientras las fichas se apilaban. Al final, me fui con una sonrisa de oreja a oreja, un par de tragos gratis del casino y la idea de que, a veces, la suerte del ciclismo se pasa a las mesas. Ahora estoy pensando en qué carrera seguir para la próxima: ¿Vuelta a España o Giro? Si alguien quiere un pronóstico, avisen, que estoy en racha.